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Pasa “gatos por liebres”, quien intenta
engañar, por ejemplo, con la calidad de una mercadería o con argumentos
falsos o inadecuados.
¿Y a qué vienen aquí a cuento Hamlet y gatos y liebres?
Por cadena nacional de televisión, el
presidente de la república anunció un aumento de un mil millones de
dólares para educación en el Presupuesto 2013 enviado al parlamento. A
los pocos minutos, y también por televisión, su ministro de Hacienda
explicaba por qué ese aumento sería de tan sólo 900 millones de dólares.
En el mismo discurso televisivo,
Sebastián Piñera se halagó, entre otras “realizaciones” de haber
“eliminado el 7%” de salud a los jubilados, lo que desmienten miles de
boletas de pago de pensionados. También aludió al “fin de las listas de
espera AUGE”, dato al menos controvertible según cálculos menos
parciales.
Al enviar su proyecto al parlamento,
anunciaba el gobierno que el Presupuesto 2013 experimentaba un aumento
de 4,8% con respecto al del año anterior (2012). A las pocas horas, el
presidente del senado discrepaba de ese porcentaje, fijándolo, tras
estudios técnicos de esa corporación, en sólo un 4,2%.
Desde distintos sectores de la opinión
pública y el parlamento se objetaba la adjudicación a la empresa
Soquimich de la licitación del litio, con la revelación de que esa
empresa mantenía litigios con el fisco. Tras la pintoresca distinción
intentada por la empresa del yerno Ponce Lerou entre “fisco” y “estado”,
el gobierno anuló la licitación y ello condujo a la renuncia del
subsecretario de Minería, el mismo que anteriormente había marcado como
“un error histórico” la nacionalización del cobre realizada bajo el
gobierno de Salvador Allende.
Tras estos episodios, y hasta el cierre
de nuestra edición, aún no llega al país la renuncia o remoción del
titular de la cartera de Minería, salpicado por un conflicto de
intereses y, también, por una “inhabilitación” que le habría impedido
cautelar los intereses nacionales.
Sería lamentable que tras la decisión
que deja fuera de cancha a la empresa Soquimich, el debate se limitara a
asuntos de procedimiento, dejando de lado lo de fondo: la propiedad
inalienable de los yacimientos de un mineral estratégico y el papel del
estado frente a los intereses de consorcios privados, sean éstos
extranjeros o de dudosa chilenidad como es el caso de la empresa que se
adjudicó la objetada licitación.
¡Que no nos pasen gastos por liebres! El
problema no radica en las diferentes acepciones de “estado” y “fisco”,
sino si la defensa de este material estratégico es de interés nacional. O
si, como lo quiere el dimitido subsecretario, dejarlo en manos del
estado chileno sería, como en el caso de la nacionalización del cobre,
un “error histórico”.
Mientras no se reciba desde La Moneda
una clara señal, al menos tan enfática como la defensa hecha por el
presidente de la república en materia de soberanía territorial, sin
temor a equivocarse se podrá afirmar que “algo huele mal…”.
FUENTE : EDITORIAL DE "EL SIGLO"