Un
ex topo de la CIA
destapó un peligroso programa de espionaje e intervención política en la
región. Quiénes y cómo trabajan para desestabilizar a los gobiernos populares
de la Unasur. Edward
Snowden no es un héroe, pero la humanidad le debe un enorme favor. Los
documentos que el ex topo de la
CIA filtró al mundo demuestran lo que hasta acá la política
global sabía pero no se atrevía a denunciar: que Estados Unidos no ahorrará en
crímenes para seguir siendo lo que es. Un imperio voraz.
Los
habitantes de América latina podríamos presumir que no necesitábamos de Snowden
para saberlo. En esta región, Estados Unidos propició golpes, dictaduras
genocidas, políticas económicas predatorias y elites financieras mafiosas con
el evidente objetivo de succionar sus recursos naturales, materiales y humanos.
La intervención fue tan vasta y letal que en la diplomacia regional aún se
intercambia un viejo chiste: “¿Sabe por qué en Estados Unidos no hay golpes
de Estado? Porque allí Estados Unidos no tiene embajada”.
A
pesar de las evidencias históricas, en varios países de Latinoamérica, como la Argentina , abundan
quienes creen que la intervención estadounidense en asuntos domésticos es pura
ficción. El equívoco fue alimentado por formadores de opinión aliados o cooptados
por la diplomacia estadounidense, como lo revelaron los cables difundidos por
Wikileaks, donde abundan referencias a los vínculos entre La Embajada y el sistema
tradicional de medios que en nuestro país conduce el multimedios Clarín. Un
detalle: referirse a la sede diplomática estadounidense como “La Embajada ” explicita hasta
qué punto se naturalizó a EE.UU. como faro político. Pero no son las sedes
diplomáticas las únicas que perpetran las actividades intervencionistas de
EE.UU. en la región. El país del Norte cuenta con una compleja red de
organismos que, con fachadas varias, fueron y son utilizados para tareas sucias
que van desde el espionaje y la formación de cuadros dirigenciales adictos
hasta la desestabilización de gobiernos y economías con su consecuente costo
político y social.
Una
de las organizaciones más activas es la United States Agency
International Development (USAID), un organismo que EE.UU. creó con la
proclamada intención de desplegar tareas humanitarias en los países del Tercer
Mundo. Su origen se remonta a la
Alianza para el Progreso, creada el 13 de marzo de 1961 por
los mismos funcionarios que varios años antes habían alumbrado el Plan Marshall
con la intención de poner a su país a la cabeza de la reconstrucción de la Europa de posguerra. La Alianza fracasó a poco de
nacer luego de que los países de la región rechazaran las condiciones de la
“revolución pacífica y democrática” que pretendía imponer EE.UU. a cambio de
los 20.000 millones que prometía invertir. Pero antes de que fuera cancelada,
en noviembre de 1961 se fundó la
USAID , una de sus agencias que, en las formas, debía
vehiculizar parte de las inversiones a programas de desarrollo humanitario,
fachada que se mantiene hasta hoy.
La
fantasía filantrópica le permitió forjar, a través de generosos aportes
financieros, una red de fundaciones y ONGs destinadas a difundir los beneficios
del alineamiento con EE.UU. y su “american way of life” mediante propaganda y
programas de formación. Pero esa es apenas la cara amable de su tarea. Apenas
maquillado, el verdadero rostro de la agencia es más hostil: intervenir en los
procesos políticos de la región con el pretexto de proteger la seguridad
nacional de su país.
La
militarización de los objetivos de la
USAID tocó cumbre en 2010 cuando el presidente Barack Obama
incluyó al general Jeam Smith –un estratega militar que estuvo en la OTAN – en el Consejo de
Seguridad sólo para que atendiera los programas de “asistencia social” que
llevaba adelante la agencia. Y como director adjunto se nombró a Mark
Feierstein, cuya hoja de servicios encajaba con los desafíos que EE.UU. percibe
en la región: experto en guerras de cuarta generación –o campañas de
desinformación–, y dueño de Greenbarg Quinlan Rosler, una firma que ofrece
orientación estratégica sobre campañas electorales, debates, programación e
investigación.
Alérgico
a los gobiernos populares que se extienden por América latina, Feierstein probó
la eficacia de su método como asesor de Gonzalo Sánchez de Lozada durante la
campaña que lo depositó en la presidencia de Bolivia. Goñi, como lo llamaban en
su patria, fue el paroxismo del coloniaje político que EE.UU. impartió en los
noventa sobre los países del Sur. Criado, educado y formado en suelo
estadounidense, Sánchez de Lozada volvió a su tierra de nacimiento para ser
presidente de la mano de Feierstein. Duró en el cargo algo más de un año: la
denominada “Masacre del Gas”, en 2003, donde murieron más de sesenta personas,
lo eyectó del poder y lo devolvió a EE.UU., donde vive como prófugo de la Justicia boliviana
amparado por el gobierno que nombró a su amigo Feierstein al frente de la USAID.
Las
correrías de su director no es lo único que liga a la agencia con Bolivia. El
pasado 1 de mayo, el presidente Evo Morales no sabía que el escándalo Snowden
lo llevaría a protagonizar una vergonzosa detención en Europa (ver nota
aparte). Pero sí sabía de lo que la
USAID era capaz. Por eso, en esa jornada emblemática donde
los trabajadores celebran su día, el presidente anunció que expulsaba a la
agencia de suelo boliviano por “injerencia política” y “conspiración”. Días
después, el ministro de la
Presidencia , Juan Ramón Quintana, detalló: “No se trata de
una agencia inocente de cooperación filantrópica de Estados Unidos a Bolivia y
al mundo. La agencia estadounidense sirvió para legitimar las dictaduras entre
1964 y 1982, para promover el neoliberalismo entre 1985 y 2005, además es un
factor externo que alimenta la inestabilidad en el país desde 2006” .
Uno
de los hechos que llamó la atención del gobierno boliviano fue la
materialización, en 2007, de un convenio entre el prefecto de Pando, Leopoldo
Fernández, y la USAID
para llevar adelante “programas sociales” en Bolpedra, Cobija y El Porvenir. El
apoyo logístico estuvo a cargo del Comando Sur y la cobertura institucional de la Iniciativa de
Conservación de la
Cuenca Amazónica. Otro episodio que motivó la expulsión fue
la activa participación de la agencia estadounidense vía Wildlife Conservation
Society (Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre ) en
la disputa violenta entre los pobladores de Caranavi y Palos Blancos por el
lugar de instalación de una planta procesadora de frutas en enero de 2010, a pocos días de que
Evo Morales asumiera su primer mandato dentro del Estado Plurinacional.
La
utilización de fundaciones y ONGs para tercerizar operaciones es una práctica
habitual de la USAID. En
la Argentina ,
por caso, hay una decena de fundaciones que operan por cuenta y orden de la
agencia estadounidense. Que los movimientos sean más sigilosos no implica que
sean menos potentes. Un ejemplo: entre el 8 y el 12 de abril de este año, la USAID financió una cumbre de
la derecha internacional. Organizada por la Fundación Libertad
–el tentáculo predilecto de la agencia en nuestro país–, a la cita concurrieron
el Nobel Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro –reactivos a los gobiernos populares
que habitan la región–; José María Aznar –ex presidente español que impulsó la
invasión a Irak–; el pinochetista Joaquín Lavín; Marcel Granier, presidente de
la emisora venezolana RCTV que apoyó e impulsó el golpe a Hugo Chávez en 2002,
y la cubana anticastrista Yoani Sánchez, quien a último momento desistió de la
visita.
El
seminario abundó en críticas contra los procesos emancipadores de la región. Y
los expositores, sin sutilezas, pidieron terminar con los gobiernos populares
en curso para reemplazarlos por otros más “modernos”, a tono con los conceptos
de “democracia” que EE.UU. impuso como doctrina global. No fue, por cierto, un
planteo original. Cinco años atrás, en el mismo escenario empachado de
prosperidad sojera, se había realizado un seminario similar, con el propio
Vargas Llosa como animador principal.
Aquel
seminario contó con varios “expertos” alineados con las políticas del Consenso
de Washington como el periodista de La Nación Carlos Pagni, el ex candidato presidencial
Ricardo López Murphy, y Mauricio Macri, regente del Pro y de la Fundación Pensar ,
co-organizadora del evento.
Estas
fundaciones, como otras similares que operan en la región, cuentan con el aval
financiero del National Endowment for Democracy (NED, Fundación Nacional para la Democracia ), financiada
oficialmente por el Congreso norteamericano. Pero la vinculación no se agota en
los aportes. En los ochenta, mucho antes de ser director de la USAID , el inefable
Feierstein trabajó para la NED
en Nicaragua. Su objetivo: evitar el triunfo del sandinista Daniel Ortega. Lo
logró patrocinando la candidatura de Violeta Chamorro.
Las
operaciones de la dupla USAID-NED en América latina fueron reveladas por
Wikileaks, el sitio que difundió millones de telegramas internos del Departamento
de Estado. En uno de ellos, el ex embajador estadounidense en Venezuela,
William Brownfield, reveló cómo su país alimentó la oposición a Hugo Chávez con
ideas y millones. El telegrama, enviado desde la embajada de EE.UU. en Caracas
en noviembre de 2006, detallaba cómo docenas de organizaciones no
gubernamentales recibían financiamiento del gobierno norteamericano por
intermedio de la USAID
y de la Oficina
de Iniciativas de Transición (Office of Transition Initiatives –OTI–). Este
operativo incluyó “más de 300 organizaciones de la sociedad civil venezolana”,
que iban desde defensores de los discapacitados hasta programas educativos.
En
apariencia, esos programas tenían objetivos humanitarios, pero fue el propio
embajador Brownfield quien detalló los objetivos reales de esas inversiones:
“La infiltración en la base política de Chávez... la división del chavismo...
la protección de los intereses vitales de EE.UU... y el aislamiento
internacional de Chávez”.
Brownfield
escribió que el “objetivo estratégico” de desarrollar “organizaciones de la
sociedad civil alineadas con la oposición representa la mayor parte del trabajo
de USAID/OTI en Venezuela”. A confesión de partes…
En
una excepción a su modus operandi, en Paraguay la agencia hizo el trabajo sucio
sin intermediarios. Invirtió 65 millones de dólares en el proyecto “Umbral”, un
programa que incluyó la confección de un Manual Policial, lo que le permitió
hacer pie en una institución que resultaría clave en el devenir político del
país. Fue la policía, con una brutal e injustificada represión rural, la que
sirvió en bandeja la excusa para derrocar al presidente Fernando Lugo. Ya lo
predijo el ministro de la Corte
argentina Raúl Zaffaroni: sepultado el partido militar, son las fuerzas de
seguridad quienes ejercerán el rol de fuerza de choque de los poderes fácticos
de la región interesados en interrumpir procesos políticos que contraríen sus
intereses.
Las
operaciones de la agencia revelan que la verdadera amenaza para la
consolidación del proceso político de la región no es el espionaje, sino las
decisiones que EE.UU. tome a partir de esa información. Como se demostró en
Irak –donde el Pentágono utilizó información falsa para justificar la
invasión–, ni siquiera es necesario que los datos sean fiables. Basta con que la CIA o algún organismo similar
evalúe que algún país de América latina representa una amenaza para la
seguridad nacional estadounidense para que se avance con ataques preventivos
hacia esa nación. La avanzada puede ser brutal, como en Irak, o más
sofisticada, ejecutando tareas que desestabilicen a un gobierno popular. Una
conspiración que nunca descansa.
Todos bajo la lupa
A
partir de las revelaciones de Edward Snowden, el ex empleado de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) y de la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos, se
descubrió un manto que confirma la red de espionaje del gobierno de Barack
Obama. Todo comenzó cuando le ofreció a The Guardian y The Washington Post la
publicación de documentos e información confidencial. Siguió con el episodio
del secuestro del presidente Evo Morales luego de visitar Rusia, donde se
suponía que estaba Snowden, cuando no le permitieron usar el espacio aéreo de
España, Italia, Portugal y Francia por sospechar que estaba escondido en su avión.
El hecho mereció el repudio de todos los mandatarios de la Unasur que se reunieron en
forma urgente en Bolivia, para brindar apoyo a Evo. Mientras Snowden buscaba
asilo político y con Estados Unidos tratando de cazarlo en todo el planeta,
hace pocos días volvió a revelar nuevos documentos, esta vez fueron publicados
en el diario brasileño O Globo. Se conoció que la red de espionaje de Estados
Unidos se expandió por toda América latina, operando fuertemente en Brasil,
México y Colombia, pero con una rigurosa vigilancia en países como la Argentina , Venezuela,
Ecuador, Chile, Perú y Panamá. Los datos confirman el espionaje vía satélite de
comunicaciones telefónicas, correos electrónicos y conversaciones online, hasta
por lo menos marzo de este año. El monitoreo se realizaba a través de los
programas de software: el Prism (Prisma) que permite el acceso a e-mails,
conversaciones online y llamadas de voz de usuarios de Google, Microsoft y
Facebook y el Boundless Informant (Informante Sin Límites), que permitían
violar toda clase de comunicaciones internacionales, faxes, e-mails, entre
otros. Los temas más controlados por los espías fueron petróleo y acciones
militares en Venezuela, energía y drogas en México, un mapeo de los movimientos
de las FARC en Colombia, además de la agonía y muerte de Hugo Chávez.
La
presidenta Cristina Fernández de Kirchner mostró su preocupación en el acto del
9 de julio en Tucumán y señaló: “Me corre frío por la espalda cuando nos
enteramos que nos están espiando a todos a través de sus servicios de
informaciones. Más que revelaciones, son confirmaciones que teníamos de lo que
estaba pasando”. De paso, aprovechó para hacer un llamado de atención: “Los
gobernantes de los pueblos de la
América del Sur, que hemos dado batalla en esta década
incluyendo a millones de compatriotas, tenemos el deber de mirar lo que está
pasando y unir nuestras fuerzas”. El viernes se reúnen los representantes del
Mercosur y la Presidenta
espera “un fuerte pronunciamiento y pedido de explicaciones” al gobierno de
Obama.