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Por dentro, se preparaba un esquinazo de
signo totalmente diferente: la entrega del litio, una riqueza básica
protegida por leyes de signo soberano, a la voracidad empresarial.
Y comenzaron a salir de las sombras
algunos de los pro hombres de la dictadura: un yerno de Pinochet,
favorecido en su momento con la entrega, en un hecho delictual
característico de la dictadura, de riquezas que integraban el patrimonio
nacional. Un ex ministro del mismo Pinochet, y candidato presidencial
que tuvo como “generalísimo” al actual presidente de la república.
Y, de paso y como para no desmentir que
los “conflictos de interés” entre familiares y asociados son inevitables
y de diaria ocurrencia en este gobierno de “los excelentes”, la
presencia entre los negociadores y favorecidos de nada menos que un
hermano del ministro del ramo –en este caso, Minería- que no halló nada
mejor que absolverse de toda sospecha declarando que había sido
“prescindente” en las negociaciones. Lo que cabe sostener es que si
efectivamente lo hubiera sido, habría abandonado su cargo, pues se
trataba de un asunto del más alto interés nacional y lo menos que se
puede esperar de un titular de cartera ministerial es que se haga cargo
de lo esencial de sus funciones.
Ahora estamos en la etapa
“comunicacional”: que el litio no es un mineral “estratégico”, que
nuestra incidencia en el mercado mundial es menor de lo que se ha
sostenido, que la ley dice “así” pero el gobierno puede “asá”. Y que
Chile debe “venderse” bien en la feria de subastas planetarias, como lo
ha sostenido de forma poco feliz el presidenciable Longueira.
Se ha procedido pinochescamente,
entregando parte importante de nuestras riquezas básicas. En términos
estrictos, se ha metido la mano en el bolsillo a 17 millones de chilenas
y chilenos, los mismos entre los cuales se cuentan aquellos a quienes
se les negara hace poco un salario mínimo decente.
Es claro también que, para no pecar de
inexactos y faltos de rigor, hay que reconocer que la derecha pura y
dura que hoy gobierna nuestro país no estaba esperando a un Pinochet
para desplegar sus habilidades especulativas. Faltos de patria, sin otro
norte que… los dólares con que los recompensan desde el Norte, Pinochet
no fue más que su criatura, tal vez incluso un poco más siniestra que
como algunos la hubieran querido, pero muy eficaz a la hora de cautelar
sus intereses y facilitar sus latrocinios.
Y por eso, hoy es el litio, como ayer
fue el cobre y lo fueron todas las empresas de servicio público y todo
lugar en donde se sospeche el brillo del oro.
Hipócritas, desvergonzados, deshonestos,
frescos… Es la vieja y dura y pura derecha. La misma que aspira a
mantener sus poderes locales, copar una vez más el parlamento a favor de
la martingala binominal y, por qué no, instalarse por otros 4 años en
La Moneda para seguir haciendo su juego de ruleta y cabaret.
Para evitarlo, no es ciertamente la
repetición de fórmulas gastadas lo que se impone desde las mayorías
nacionales, sino una espléndida campaña de conciencias movilizadas tras
un “proyecto” nacional de desarrollo con soberanía.
FUENTE :EDITORIAL DE " EL SIGLO"
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