XXI VALDIVIA (1544) PERO volvieron. (Pedro se llamaba.) Valdivia, el capitán intruso, cortó mi tierra con la espada entre ladrones: "Esto es tuyo, esto es tuyo, Valdés, Montero, esto es tuyo, Inés, este sitio es el cabildo". Dividieron mi patria como si fuera un asno muerto. "Llévate este trozo de luna y arboleda, devórate este río con crepúsculo", mientras la gran cordillera elevaba bronce y blancura. Asomó Arauco. Adobes, torres, calles, el silencioso dueño de casa levantó sonriendo. Trabajó con las manos empapadas por su agua y su barro, trajo la greda y vertió el agua andina: pero no pudo ser esclavo. Entonces Valdivia, el verdugo, atacó a fuego y a muerte. Así empezó la sangre, la sangre de tres siglos, la sangre océano, la sangre atmósfera que cubrió mi tierra y el tiempo inmenso, como ninguna guerra. Salió el buitre iracundo de la armadura enlutada y mordió al promauca, rompió el pacto escrito en el silencio de Huelén, en el aire andino. Arauco comenzó a hervir su plato de sangre y piedras. Siete príncipes vinieron a parlamentar. Fueron encerrados. Frente a los ojos de la Araucanía, cortaron las cabezas cacicales. Se daban ánimo los verdugos. Toda empapada de vísceras, aullando, Inés de Suárez, la soldadera, sujetaba los cuellos imperiales con sus rodillas de infernal harpía. Y las tiró sobre la empalizada, bañándose de sangre noble, cubriéndose de barro escarlata. Así creyeron dominar Arauco. Pero aquí la unidad sombría de árbol y piedra, lanza y rostro, transmitió el crimen en el viento. Lo supo el árbol fronterizo, el pescador, el rey, el mago, lo supo el labrador antártico, lo supieron las aguas madres del Bío Bío. Así nació la guerra patria. Valdivia entró la lanza goteante en las entrañas pedregosas de Arauco, hundió la mano en el latido, apretó los dedos sobre el corazón araucano, derramó las venas silvestres de los labriegos, exterminó el amanecer pastoril, mandó martirio al reino del bosque, incendió la casa del dueño del bosque, cortó las manos del cacique, devolvió a los prisioneros con narices y orejas cortadas, empaló al Toqui, asesinó a la muchacha guerrillera y con su guante ensangrentado marcó las piedras de la patria, dejándola llena de muertos, y soledad y cicatrices. Pablo Neruda |
COMISION DE EDUCACION REGIONAL SUR "VICTOR DIAZ LOPEZ" PARTIDO COMUNISTA DE CHILE- educacionregionalsur@gmail.com
CHILE
jueves, 16 de julio de 2015
III.LOS CONQUISTADORES (CANTO GENERAL )
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario