MICHELLE BACHELET,
EN ACTO DE CELEBRACIÓN DE LOS 27 AÑOS
DEL PLEBISCITO DE 1988
Santiago, 4 de Octubre de 2015
Amigas y amigos:
Qué diferente se siente Chile hoy, 27 años después de
ese triunfo histórico del 5 de Octubre. Un día imborrable, que marcó
nuestra historia, selló nuestra unidad y confirmó la fortaleza de nuestras
convicciones.
Cuánto hemos hecho, cuánto hemos avanzado. Hoy
Chile es otro Chile y, sí, es uno mucho mejor, porque fuimos capaces de sanar
una patria herida y devolverla a todos sus hijos. Porque supimos hacer
prevalecer el bien común, por sobre el interés de unos pocos.
Chile es distinto, porque demostramos que la patria se
construye entre todos, con las únicas armas de la democracia.
Y esa no fue una victoria sólo nuestra, fue de todo el
país, porque creamos juntos un hogar republicano, donde caben todos, donde los
derechos humanos son la base de nuestro cuidado mutuo.
¿Y quiénes somos los que estamos aquí?
Aquí estamos los que nos atrevimos a hacerlo, los que
tuvimos el coraje de decir “No”, “no” a la muerte, “no” a la tortura, “no” al
exilio, “no” a la injusticia. Los que nos jugamos la vida por la
democracia, por la solidaridad, por la tolerancia.
Tenemos mucho ánimo y mucha fuerza. Veo aquí muchos
rostros conocidos y veo también a los herederos de estas luchas, a lo que hoy
empujan el carro con todos nosotros. Veo las banderas de los partidos de
la Nueva Mayoría, veo a sus juventudes. A ver, que agiten las banderas
las juventudes de la Nueva Mayoría. Veo a los alcaldes, a los parlamentarios y
a nuestra gente de tantas comunas amigas.
¿Dónde está Pudahuel? ¿Dónde está Macul?
Allá, San Ramón. ¿Dónde está La Granja? ¿Los amigos de La Florida,
Independencia, Recoleta, El Bosque? También los de la Región de
O’Higgins, ¿no es verdad? ¿Dónde están? Allá están. Y Valparaíso,
¿dónde están? Levanten las banderas. Valdivia, me dijeron
recién. En el Museo que acabamos de inaugurar, de la Violeta Parra, me
dijeron que estaban los amigos de Valdivia aquí también. Cuánto Chile,
cuánto Chile se ha congregado aquí. Un aplauso para ellos, un aplauso
para nosotros.
Sí, aquí estamos los demócratas progresistas de Chile,
los que hemos puesto en movimiento a nuestro país, ayer y hoy. Y lo vamos a
volver a hacer mil veces, cada vez que más justicia se requiera y más
desarrollo inclusivo se demande, porque tenemos la capacidad de hacer los
cambios que los chilenos y las chilenas nos demandan. Porque cuando actuamos
como un solo cuerpo, somos capaces de cumplir las tareas que el país nos
impone.
Amigas y amigos:
Podemos estar orgullosos, recuperamos –Chimbarongo
también, sí; Coquimbo también, gran saludo a los amigos de Coquimbo; Pichilemu.
Ya, no vamos a nombrar a todos los amigos que están de todas las comunas del
país-. Yo decía que podemos estar orgullosos, porque recuperamos el Chile
democrático que nos legaron los padres de la patria, construimos un país más
justo y lo pusimos a caminar en la senda del desarrollo.
Pero hoy día tenemos nuevas tareas y nuevos desafíos,
porque los avances de ayer enfrentan hoy obstáculos para la marcha que los
chilenos y chilenas anhelan y merecen.
El crecimiento del país se frena si sus frutos se
distribuyen con desigualdad; la democracia se debilita si no hay una
representación política justa y mayor transparencia; nuestra sociedad es
más frágil si las mujeres son discriminadas; las capacidades de las personas no
mejoran, si no hay una educación inclusiva y de calidad; los desafíos del
futuro no podrán ser enfrentados con éxito, si no hay una nueva relación entre
el Estado y el mercado, si no florece el valor de lo público.
Por eso iniciamos un camino de reformas de fondo,
porque es necesario para remover estos obstáculos y para correr los cercos que
limitan nuestro desarrollo.
Ese es el diagnóstico que me llevó a ser candidata a
Presidenta y es el horizonte de las propuestas de cambio que hemos echado a
andar.
Esa es la identidad de la Nueva Mayoría, dentro de
nuestra larga historia común de demócratas progresistas.
Esa es la marcha que hemos emprendido, y está dando
sus frutos.
Que no nos confundan las dificultades propias de los
esfuerzos de largo aliento; que no nos invada el pesimismo de los que quieren
que todo siga igual.
Acordémonos, tampoco fue fácil recuperar la democracia
y hubo unos cuántos que querían que fracasáramos. Pero tal como entonces,
hemos avanzado.
Miren lo que hemos hecho en 25 años, miren de lo que
hemos sido capaces de hacer en este año y medio como Gobierno. En estos
primeros 18 meses hemos realizado cambios de magnitud histórica, cambios
largamente esperados por todos y que hoy son una realidad.
Y voy a señalar algunos que son especialmente
significativos.
Devolvimos a los ciudadanos el poder de su voto;
instauramos un sistema electoral proporcional e inclusivo. Después de 25
años y de muchos intentos, logramos poner fin a un sistema electoral perverso y
antidemocrático, como lo era el binominal. ¿Acaso alguien puede discutir que
Chile cuenta con una democracia más sólida, sin el binominal, con la
posibilidad de que los chilenos en el extranjero puedan votar? Con un
Servicio Electoral fortalecido.
Tenemos una reforma educacional en marcha, y hemos
aprobado la Ley de Inclusión, que significa, ni más ni menos, que la educación
de calidad es un derecho y no un bien de consumo que adquieren sólo los que
pueden pagar. Y este paso no es abstracto, tiene un rostro muy concreto,
de los más de 200 mil niños y niñas que asistirán a escuelas y liceos que son
gratuitos y que no discriminan. Y en los próximos años iremos avanzando hasta
alcanzar que todos los establecimientos sean financiados con recursos públicos.
¿No es acaso desarrollo real dejar atrás un sistema
injusto y discriminador, y hacer que los recursos públicos, que son de todos,
se destinen íntegramente a mejorar la educación, verdadero pilar de una
sociedad cohesionada?
¿Es o no un acto de justicia que hoy miles de
familias, en toda su diversidad, cuenten con el amparo legal que antes se les
negaba y que lo tengan porque aprobamos el Acuerdo de Unión Civil?
Y hemos ampliado la protección de la salud de las
personas más vulnerables. Donde pusimos atención médica, hoy agregamos
medicamentos y creamos el Fondo de Farmacia e impulsamos y aprobamos la Ley
Ricarte Soto. Más aún, eliminamos el cobro del 5% de salud de nuestros
adultos mayores. Y yo quiero agradecer a nuestros parlamentarios, por la
aprobación en tiempo récord de esta ley.
Y yo pregunto, ¿acaso dar tranquilidad y seguridad a
nuestros adultos mayores, con toda una vida de esfuerzo, no es un acto de
reconocimiento y cariño, que hace de la nuestra una sociedad más amable?
¿Es o no un tremendo logro aprobar una reforma
tributaria que permite que quienes tienen más, aporten más, para ampliar de
manera responsable los derechos y las oportunidades de los chilenos?
Quiero hoy día con ustedes recordar las palabras del
Cardenal Raúl Silva Henríquez. Él decía: “Hay que rescatar la supremacía
del hombre –me imagino que también quería decir “la mujer”-, la inviolabilidad
de la persona humana; la intangibilidad de sus derechos: su derecho a la tierra
y a la vivienda, su derecho a la educación y a la salud, su derecho al trabajo
y al descanso, su derecho a sindicarse y agremiarse, su derecho a expresarse e
informarse, su derecho a participar responsablemente de las decisiones
ciudadanas, su derecho a elegir en conciencia su camino y su fe”.
Ese es el camino que estamos recorriendo.
Es cierto, es cierto que hemos cometido errores, y lo
hemos reconocido. Lamentamos no haber podido hacer las cosas mejor cuando era
necesario. ¿Y que hay espacio para mejorar?, por supuesto. Hemos
escuchado legítimas dudas y la crítica constructiva de los que sólo quieren el
bien de Chile. Pero no aceptaremos que nos digan que no estamos haciendo
una diferencia positiva en la vida de los chilenos y las chilenas, o que no
estamos abiertos a dialogar para corregir las deficiencias. No lo
aceptamos, porque lo que hemos hecho, ya es de una gran trascendencia para
miles y miles. No lo aceptamos, porque tenemos las puertas abiertas para el
diálogo, siempre, cada vez que sea necesario, para hacer las cosas mejor.
Tenemos razones concretas para estar orgullosos,
tenemos la autoridad para mirar de frente. Cualquiera puede comprobarlo,
son los hechos los que nos dicen que los que estamos reunidos aquí, somos
capaces de conducir a la patria hacia una sociedad más justa y más cohesionada.
Lo que antes era impensable, hoy se empieza a
concretar. Es el fruto de un trabajo duro y disciplinado.
Por eso quiero agradecer a todos quienes han dado lo
mejor de sí, ya desde los tiempos de campaña y luego desde sus puestos de
trabajo, desde los partidos, desde la organización sindical, desde la
organización barrial.
Quiero agradecer a todos quienes defienden nuestro
proyecto y responden con lealtad; a los que no bajan los brazos en los momentos
difíciles, porque es cuando más necesitamos el apoyo. Son ustedes, son
ustedes los incombustibles, son ustedes quienes mantienen viva la luz de la
unidad, hacen posible nuestra marcha y continúan empujando hacia nuestro ideario
común.
Amigas y amigos:
Hemos avanzado, qué duda cabe, pero no tenemos que
darnos por satisfechos ni bajar la guardia. Todavía queda mucho trabajo por
hacer. Porque tenemos tareas pendientes, y no son pocas.
Ya, no traten de pautearme, pues, chiquillos, si yo
los escucho. Ustedes saben que hay cientos de personas que están fuera
del Caupolicán. Así que mandémosles un saludo a ellos, grande, también,
muy grande.
Yo decía que en estos 18 meses hemos hecho cosas que
por mucho tiempo anhelábamos, pero el estar orgullosos de eso no quiere decir
que no tengamos muy claro que hay que seguir avanzando y que hay mucho trabajo
por delante. Porque tenemos tareas pendientes y no son pocas. Nuestros
compatriotas necesitan que hagamos aún más y que lo hagamos cada vez
mejor. Claro, necesitamos más viviendas, y en eso estamos trabajando, sin
duda. No son tareas fáciles. Iniciar y consolidar cambios de fondo, nunca
han sido fáciles, tal como nos recordaba Alejandro Goic recién.
Tenemos un proyecto fundado en valores y basado en
aspiraciones ciudadanas; tenemos la fortaleza y el tesón para hacerlo realidad,
sobrellevando muchas veces obstáculos que parecieran insalvables. Si a
esa fuerza le sumamos más unidad en nuestra diversidad y más trabajo leal en
las duras y en las maduras, vamos a seguir estando a la altura de lo que Chile
necesita y espera de nosotros.
Somos los actores de esta historia en marcha. No
estamos en la vereda del frente de los cambios. Somos los que estamos
conduciendo. Tenemos la responsabilidad de perseverar, porque ésta es una
historia que será larga, porque es profunda.
Por eso tenemos que saber que esto no se acaba aquí,
que la unidad de los demócratas progresistas no es flor de un día. Por el
contrario, este impulso no debe detenerse, sino que consolidarse y proyectarse.
Es tanto lo que nos une, que el país no entendería que
no profundizáramos lo que hemos sido capaces de hacer juntos, en la
riqueza de nuestra diversidad, en la amplitud de nuestra mirada.
¿Qué viene ahora? Trabajar con aún más energía y
disciplina, en torno a prioridades impostergables.
Tenemos una hoja de ruta precisa y clara, que define
las grandes áreas en que vamos a concentrarnos.
¿Cuáles son esas áreas en una muy apretada síntesis?
Por de pronto, y en primer lugar, culminar la reforma
educacional, la gran tarea de nuestro Gobierno.
Junto con ello, iremos más lejos que nunca en la
atención de salud, con más hospitales y médicos donde tanto se necesita.
Enfrentaremos el delito con todas las armas que nos da
la inteligencia y el Estado de derecho.
Y también es prioridad devolver dinamismo a la
economía, generar empleo y hacer todo lo que sea necesario para que nuestros
compatriotas estén tranquilos, porque hay un Gobierno que sabe y enfrenta las
dificultades.
Lo mismo con nuestra agenda laboral, porque con
organización sindical fuerte y con negociación colectiva moderna, mejoramos
nuestra productividad, y los frutos del progreso llegan a todos los hijos de la
tierra.
Y sabemos que Chile también cambió en lo que espera de
sus líderes políticos y exige una democracia transparente y de calidad, para lo
cual estamos impulsando una Agenda de Reformas en el Congreso, para elevar los
estándares de transparencia a niveles sin precedente.
Y como un gran marco para este enorme esfuerzo,
iniciaremos en breve el camino de un proceso constituyente, que parta desde la
propia base social, para garantizar que nuestra Carta Fundamental tenga una
legitimidad democrática incuestionable, por su origen, tras un proceso abierto,
participativo e institucional.
Son tareas exigentes, y lo son aún más, porque el
escenario en que debemos llevarlas adelante tiene dificultades. Debemos de
enfrentar un escenario económico internacional complejo, que limita nuestro
margen de acción. Estamos plenamente conscientes de ello y ya estamos
actuando en consecuencia.
Hemos presentado esta semana un presupuesto a la
Nación, prudente y responsable, que nos permite seguir progresando y asegurando
los derechos y el gasto social.
Pero no basta con tener recursos, tenemos que usarlos
bien, gastarlos bien.
También debemos lograr que el debate político tenga
altura y mirada larga, para que los ciudadanos vean que sí tiene sentido ser
parte de él, porque es con los ojos de los ciudadanos que los proyectos se
enriquecen.
Somos mayoría, por eso debemos avanzar
democráticamente, pero debemos hacer más vital nuestra relación con los
ciudadanos. Ellos son nuestros mandantes, a ellos nos debemos, para ellos
trabajamos. Debemos mostrar capacidad para derribar el muro de la
desinformación y evitar los conflictos artificiales. Debemos abrir
espacios de participación. Debemos actuar con la máxima transparencia.
En la mayoría de los casos, las tareas pendientes son
cambios de fondo y deben ser bien hechos. Tenemos la obligación de actuar
con la mayor responsabilidad, con el cuidado que requieren, con serenidad y sin
apresuramientos, porque el cambio que permanece, es aquel que se hace bien.
Somos los actores de una historia llena de
sentido. Tenemos que actuar y comunicar para que ese entusiasmo se
expanda, porque los procesos que perduran, son aquellos que la ciudadanía
siente y hace suyos.
Y para comunicar no bastan las palabras. Hoy debemos
hablar con los hechos, con la verdad de los hechos, porque hoy más que nunca,
obras son amores.
Tenemos que esforzarnos más para llegar al día a día
de los chilenos y chilenas, con los frutos de nuestras reformas.
Tenemos que estar presente entre los campesinos y
campesinas, acompañar a los trabajadores, ser aliados de los esfuerzos de la
clase media, velar frente a los temores de los vulnerables, ser apoyo de los
emprendedores y pilares de la defensa de la identidad de nuestros pueblos indígenas,
y estar al lado de las mujeres en la lucha por la igualdad.
Nuestro Gobierno es para las personas de carne y hueso
y debemos estar con ellos. Y ahí es donde se va a medir nuestra
autenticidad.
Amigas y amigos:
Construir un Chile de todos es mucho más que la tarea
de una Presidenta. Le pertenece a todos los demócratas -incluso a ese niñito
ahí que está muy entusiasta hablando, mirando la pantalla. Dice que es igualito
que en la tele, estaba escuchando yo con claridad-. Yo decía que la
construcción de ese Chile de todos nos pertenece a todos los demócratas.
No nos confundamos: no se trata de un proyecto
individual de un liderazgo político; es una tarea nacional, en que cada uno
tiene sus responsabilidades: yo como Presidenta y ustedes como fuerzas vivas de
la Nueva Mayoría.
Hace 27 años tuvimos el valor y la capacidad de
enfrentar circunstancias muchísimo más difíciles, y lo hicimos.
Al igual que en el pasado, estoy segura que hoy
sabremos estar a la altura de las exigencias, con unidad, con generosidad, con
sentido de país. Y es más que el proyecto de este período de
Gobierno. Erradicar los privilegios y asentar la igualdad, crear un
desarrollo sobre bases modernas y llenar de ciudadanía a la vida política, es
una tarea larga, es una tarea tal vez de toda una generación. Y eso
requiere construir una coalición política sólida, con valores, ideas, sentido
histórico y mucha amistad cívica. Una coalición que dure unida y vital en el
tiempo.
Quiero llamar hoy especialmente a las juventudes, como
quienes nos acompañan y quienes están también aquí, a fortalecer la unidad
generosa y diversa, la voluntad de acción común de la Nueva Mayoría, para
conducir y consolidar esta fase de cambios.
Sé que los demócratas de mañana, muchos de nosotros,
de nuestros hijos, levantaremos la frente con orgullo una vez más, porque
habremos construido un mejor país, porque veremos, como soñó Neruda, y lo voy a
citar, “la luz de Chile enarbolada sobre la casa construida”.
Fuimos mayoría hace 25 años, somos mayoría hoy y
seremos mayoría mañana. ¡A trabajar por eso!
Les pido, les pido que cuando vuelvan a sus casas,
cuando retornen a sus barrios, le cuenten a sus vecinos que ya miles de niños y
jóvenes podrán estudiar sin que sus padres deban pagar; les cuenten que su voto
es hoy más poderoso que antes; les cuenten que hoy todas las formas de familia
son protegidas por la ley; vayan y cuéntenles que aquí hay un Gobierno, que hay
una coalición política y que hay una Presidenta cuyo único objetivo es mejorar
la vida de nuestros compatriotas; que a pesar de las dificultades, siempre
sabremos mantener el timón firme, para llegar a puerto con la tranquilidad de
la tarea cumplida, para hacer del nuestro, un país donde vale la pena vivir;
vayan y cuéntenles que aquí estamos nosotros, todos nosotros, mano con mano y
que estamos construyendo un Chile bueno para nuestros hijos y las hijas de sus
hijos.
Muchas gracias y ¡Viva Chile!
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