CHILE

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sábado, 26 de enero de 2013

INFORME CONSEJO DIRECTIVO NACIONAL AMPLIADO CENTRAL UNITARIA DE TRABAJADORES DE CHILE



Estimados y estimadas consejeros nacionales, provinciales, zonales y dirigentes de nuestras
organizaciones afiliadas.
Reciban ustedes un fraternal saludo en nuestro primer Consejo Nacional Ampliado tras las
elecciones de la Central desarrolladas el 23 de agosto. Un especial saludo a aquellos dirigentes que
por primera vez se incorporan a la dirigencia de la CUT, les expreso todo mi reconocimiento por
asumir de manera decidida y valiente ser actores protagónicos en tiempos en que ser dirigentes
tiene muchas veces un alto costo. Mi reconocimiento también a todos aquellos que por años han
dedicado sus mejores y mayores esfuerzos por fortalecer el sindicalismo y hoy nos siguen
acompañando, entregando toda su experiencia a quienes nos corresponde asumir tareas de
conducción.
Este Consejo Nacional es el primer momento de encuentro de todos los y las dirigentes de la CUT y
sus organizaciones afiliadas tras la elección, es un momento muy importante para el sindicalismo
para definir de conjunto las líneas de acción político sindical que desarrollaremos como Central
durante al menos todo el 2013.
Este es también un evento importante para nuestro país pues las definiciones que hagamos en este
encuentro no solo afectarán o impactarán en el mundo sindical. Enfrentados a un año de elecciones
y con un Gobierno en su recta final, todo aquello que desde el mundo social y sindical expresemos
tendrá un efecto en la política nacional y será un antecedente necesario para la construcción de
cualquier programa de Gobierno y la conducta que asuma el bloque que llegue a la presidencia.
Estamos enfrentados a un tiempo de grandes oportunidades para el país. Ante la constante
contradicción entre las demandas sociales y las urgencias de los gobiernos y sus ciclos electorales,
hoy se abre un espacio privilegiado para avanzar con celeridad en cambios profundos y no solo
conformarse con avances en la medida de lo posible.
Las movilizaciones desarrolladas desde al menos dos años en diversas regiones y zonas de nuestro
país como Coyhaique, Magallanes, Calama, Freirina, Pelequén o contra Hidroaysén, y que contaron
con un punto álgido al calor de las demandas por el derecho a la Educación gratuita y de calidad,
pusieron en evidencia que se ha cerrado la transición y comienza a abrirse paso la posibilidad de
construir un proyecto para Chile de cara a las demandas que se han puesto sobre la mesa al calor
de las movilizaciones.

Hemos perdido el miedo a manifestarnos. Durante décadas, el pesar del golpe de Estado fue razón
suficiente para coartar las expresiones ciudadanas; hoy ya no se puede sostener que por defender la
democracia, por la que muchos de ustedes lucharon con riesgo incluso de perder la vida, tengamos
que pagar el alto costo de vivir en la desigualdad mas profunda y bajo el agobio de políticas de
mercado que solo favorecen a unos pocos. Chile ya no resiste esta escandalosa realidad y se atreve
a expresarlo con fuerza y convicción.
Pero no debemos ser ingenuos, pese a las grandes oportunidades que se abren en este período, no
serán tiempos fáciles ni para quienes pretendan construir un Gobierno de avanzada ni para los
movimientos social y sindical que busquen avanzar en las demandas que clama la ciudadanía y
nuestros representados.
Ejemplo de ello es la propia batalla por el Derecho a la Educación. Tras las multitudinarias marchas
con miles de chilenos y chilenas de todas las edades, credos y color político en las calles, un
plebiscito nacional por el Derecho a la Educación organizado por el Colegio de Profesores en el que
participaron 1,5 millones de chilenos y chilenas, una masiva jornada de protesta nacional convocada
por la CUT el 24 y 25 de agosto y el despertar social con cientos de caceroleos en todo Chile; la
respuesta del Gobierno- además de hacer oídos sordos a este clamor- fue desplegar una fuerte
ofensiva con proyectos de ley que suponían responder a las demandas sociales pero que eran
meros maquillajes.
Así, después de las denominadas “históricas” movilizaciones del 2011, hoy tenemos aún pendientes
las reformas planteadas pese a las contundentes propuestas que los diversos actores sociales
presentaron, además vemos la implementación de medidas paliativas como la rebaja del CAE- que
no significa más que mantener el subsidio del Estado a los bancos- y una seudoreforma tributaria
que no alcanza a cubrir ni siquiera el 10% de la deuda que tiene el Estado con la educación pública.
Con todo esto, no está la suerte echada. Pese al descrédito del actual Gobierno y los altos niveles
de respaldo de una posible candidata, la disputa por avanzar hacia transformaciones profundas y
estructurales que pongan en jaque al modelo, está en pleno desarrollo y no será solo la voluntad
política de algunos lo que garantice que ésta disputa se gane a favor de las inmensas mayorías.
Es por esto, que hoy podemos decir con claridad que estamos ante un momento de especial
importancia, un período de nuestra historia que pese a abrir grandes oportunidades, puede –tal
como ocurriera con el plebiscito del año 88- converger hacia consensos que terminen dejando fuera
a quienes nos hemos movilizado por poner en evidencia la crisis del sistema y su necesidad de
cambio. Ejemplo de ello es lo ocurrido con la asamblea de la civilidad tras el acuerdo político que dio
paso a la concertación.

Si compartimos este análisis, podemos entender también porqué hoy urge y se hace más necesario
que nunca que los actores sociales y las organizaciones sindicales asumamos un rol protagónico en
esta disputa, obligando con la fuerza del argumento a quienes no tengan la convicción de avanzar
en los cambios de fondo.
Por ello y porque avanzar mas allá de lo hecho hasta ahora es una posibilidad cierta, reafirmo un
sentido llamado a la unidad. A la amplia convergencia desde el mundo sindical y sus diversas
expresiones, pero también con el conjunto de los actores sociales. Es posible y necesario avanzar
en este esfuerzo, hoy se requiere construir una correlación de fuerzas contundente, que sea muro de
contención para las pretensiones de quienes buscan insistir en maquillajes a un modelo que si bien
aún no entra en una nueva crisis en nuestro continente, se sostiene sobre la base del agobio a las
grandes mayorías a favor de aquellos pocos que concentran el poder económico, el único y gran
poder ante el cual todos tiemblan.
Ante la encrucijada de avanzar en una amplia convergencia social y política por los cambios o
quedar relegados como movimiento sindical, nuestra respuesta no solo puede ser la fuerza de la
razón, se requiere desplegar toda nuestra fuerza movilizadora para impedir que sean solo los
partidos políticos quienes tengan voz. No se trata de una falsa contradicción entre movimientos y
partidos políticos, sino más bien de la urgencia de que aquello que éstos puedan proponer a Chile
tenga el peso de nuestras propuestas y protagonismo.
En este sentido es que el llamado a la amplia unidad cobra fuerza, no se trata de unirnos para
competir con los partidos, sino de unirnos para que nuestra voz tenga el peso suficiente que impida
una vez más que alguien se levante como representante de los trabajadores y negocie por nosotros
los cambios imprescindibles que la sociedad demanda. Somos todos necesarios y nadie puede
arrogarse la representatividad de los demás.
En este marco, un elemento que debe ser de toda nuestra atención es el fortalecimiento de nuestra
organización y del conjunto del movimiento sindical, debemos avanzar en un plan de desarrollo y
crecimiento de la organización sindical. No será suficiente solo con unir a quienes ya estamos
organizados sino de crecer entre quienes aún no lo están o por diversos motivos no se sienten
convocados por nosotros. Lo expresamos en el marco del debate electoral: no se trata de romper
con lo hecho hasta ahora, sino de seguir potenciándolo con más fuerza, pues se requiere para este
período un movimiento sindical en despliegue y expansión.
Es necesario incorporar al mundo sindical a un número importante de sectores económicos que
están bajamente representados y mejorar los canales de comunicación con las organizaciones
afiliadas a la CUT, para incorporar sus demandas más sentidas. Junto con ello, debemos mejorar el
impacto de nuestro accionar, debemos fortalecer nuestras capacidades de generar propuestas
laborales y sociales, para representar mejor a los trabajadores y trabajadoras chilenas,
estableciendo instancias permanentes de interlocución con otros actores para influir en la toma de
decisiones en los ámbitos que nos son propios.
Hago un especial reconocimiento al trabajo que realizan nuestras estructuras intermedias, es
necesario revalorar el gran trabajo que realizan las compañeras y compañeros de las CUT
provinciales y zonales, que con un mínimo de recursos realizan sus mejores esfuerzos para
representar y hacer valer los derechos de las trabajadoras y trabajadores de sus respectivas
provincias y zonas.
Una tarea principal que debemos apoyar es la formación sindical. La formación de nuestros
dirigentes es un aspecto fundamental a trabajar, en condiciones adecuadas y con el apoyo del
Estado de Chile. No es posible que hoy los recursos públicos para la necesaria formación sindical
estén en manos de una unidad de la Subsecretaria del Trabajo, que decide los contenidos, los
valores a invertir, el tipo de programa a desarrollar y el tipo de institución que los puede implementar.
A nuestro juicio esto vulnera el principio de la OIT sobre autonomía sindical, existiendo un abierto
intervencionismo de los gobiernos.
Nuestra relación con el movimiento social debe también verse fortalecida. Así como requerimos de
un movimiento sindical en despliegue y expansión, es fundamental que las alianzas o vínculos con el
movimiento social se profundicen. Tenemos camino avanzado en esta línea, la conformación de la
Mesa Social por un Nuevo Chile tras la jornada de protesta nacional del 24 y 25 de agosto fue un
momento clave para avanzar en esta unidad. Hoy debemos seguir profundizando este espacio y
hacerlo crecer.
Fruto de esta unidad social fue la redacción del Manifiesto “Acuerdo Nacional para la Democracia
social ahora”, en que se sostiene: “Nuestro país enfrenta una situación de descontento social
generalizado como consecuencia de las desigualdades sociales, económicas, políticas, culturales y
de derechos que han terminado por agudizar la crisis de representación y participación que por años
se ha mantenido en Chile”.
“Esta situación no se resolverá en los marcos de la actual institucionalidad, ni tampoco con
consensos copulares que no representen a las grandes mayorías. Ha llegado el momento de que el
mundo social organizado levante con fuerza los cambios de fondo que requiere el país(…) Sabemos
que el camino no es fácil, pero nos acompaña la historia, la vocación democrática y el sueño de vivir
en un país en donde, efectivamente, las futuras generaciones puedan recrearse mirando sonrientes
al futuro”

Este manifiesto fue respaldado por federaciones estudiantiles, la Agrupación de Familiares de
Detenidos Desaparecidos, el Colegio de Periodistas, organizaciones medioambientales, dirigentes
del Colegio Médico, la Sociedad de Escritores, agrupaciones de padres y apoderados, dirigentes de
la pequeña, micro y mediana empresa, etc. Es decir, es posible construir las convergencias y
avanzar de conjunto si lo que nos convoca son plataformas y contenidos. Estamos llamados en este
tiempo a solidificar estos vínculos y ponernos a disposición de todas las luchas para avanzar más y
mejor.
Durante estos tres meses de conducción, hemos tenido aciertos y debilidades, aún nos queda
camino por recorrer para hacer de nuestra CUT un espacio donde todos se sientan parte y
constructores, hemos enfrentado debilidades importantes en los canales de comunicación, donde no
solo no baja toda la información, sino que además no hemos tenido retroalimentación desde las
bases o estructuras intermedias. Tenemos que resolverlos a la brevedad para no detener nuestra
posibilidad de avance.
No obstante, y pese a asumir nuestras deficiencias con toda la importancia que tienen, invito a cada
uno de nuestros dirigentes a enfrentar el debate de este Consejo Directivo Nacional Ampliado con la
responsabilidad histórica que cargamos como movimiento sindical y profundizar, en primer lugar, en
las líneas gruesas de las definiciones que nos corresponde hacer y una vez de acuerdo en ella,
precisar el mejor camino para ejecutarlas.
Los tiempos políticos que se avecinan demandan una nítida definición de clase del movimiento
sindical, pero con esa misma claridad hay que decir que la posición de clase no basta con que sea
declarada, hay que actuar para que ella se exprese e imponga efectos en la realidad, en ese camino
no será suficiente solo ponernos de acuerdo en la línea político-sindical a desarrollar si no
acompañamos ello de un plan de acción y movilización que represente aquello que queremos
construir como movimiento sindical. Por eso la unidad hoy se constituye en un elemento estratégico
en cualquier diseño que nos propongamos, unidad que sin embargo no podemos concebir sobre la
autocomplacencia, no se trata de inhibir nuestros matices y diferencias.
Es clara y precisa la definición de la CUT respecto del actual Gobierno, en las resoluciones del 9º
congreso de abril del 2011 se sostiene: “La CUT se define como una organización sindical y política,
en oposición al neoliberalismo y al Gobierno de la derecha política y empresarial.
La CUT es critica respecto de los gobiernos pasados, pero entendemos que los temas laborales no
tiene ninguna posibilidad bajo un gobierno de derecha que no solo administrará el neoliberalismo,
sino que lo profundizará aún mas todavía.”
Este es el punto de partida para cualquier definición que como CUT hagamos o avancemos. Pero
además, prefigura las bases para nuestro plan de acción, donde no podemos soslayar que le
quedan 10 meses a ese Gobierno de derecha sobre el que se pronunció el Congreso y donde se
sostenía, además: “ El escenario es complejo en algunas materias donde la arremetida neoliberal y
privatizadora puede ser mas potente durante este año, (…) frente a esto es necesario disponernos a
defender los intereses de los trabajadores con decisión y fuerza”
Hemos conocido en el marco de una reunión protocolar con el Ministerio del Trabajo, la agenda del
ejecutivo en materia laboral. Frente a ello, este Consejo Directivo Nacional deberá pronunciarse,
tanto en las propuestas de mesas o comisiones que se proponen desde el ejecutivo, como en las
temáticas que el ejecutivo pretende priorizar y las propias que como movimiento sindical nos
parecen las mas relevante. Ello nos va a permitir realizar acciones certeras y dirigidas cuando estas
iniciativas ingresen al parlamento o cuando su tramitación se acelere de estar los proyectos ya en
éste.
Debemos en este Consejo Nacional Ampliado pronunciarnos también sobre aquellas temáticas que
creemos no pueden estar ausentes en el debate nacional. Mientras hoy aún estamos atrapados en
debates de nombres y luces, tenemos como movimiento sindical una importante responsabilidad en
superar el factor “imagen” para demandar propuestas e ideas. Debemos entender este esfuerzo no
solo como una responsabilidad por nuestras demandas o las demandas sociales que se han puesto
sobre la mesa tras la presión de la movilización, sino también como un aporte del movimiento
sindical para superar este germen del populismo que lentamente comienza a cobrar fuerza en
nuestro país y que puede ser antesala de movimientos que están lejos de ser progresistas y mas se
acercan al fascismo popular vivido por los países europeos el siglo pasado.
Debemos en este evento, precisar nuestro diseño táctico para este año, delinear un plan de acción
sobre la base de los momentos de masas que nos podrán a prueba en la capacidad de construir
correlación de fuerzas que den cuenta de un movimiento sindical fuerte y capaz de articular de
conjunto con el conjunto de actores sociales organizados y aquellos que aún no lo están pero que
deben sentirse convocados también tras estos esfuerzos y planteamientos.
LA DESIGUALDAD Y SU ORIGEN EN EL MUNDO DEL TRABAJO: Una tarea insoslayable para
los trabajadores y trabajadoras
Nuestro país vive sobre el piso de una profunda y vergonzosa desigualdad. Ha quedado claro en
cada manifestación que es insostenible seguir manteniendo y profundizando en Chile un modelo de
desarrollo que si bien, a la fecha, da cuenta de altos índices de crecimiento económico, éste tiene
nula expresión en la inmensa mayoría de los chilenos. Mientras desde el Gobierno se vanaglorian
con un crecimiento del 5% y descaradamente hablan de pleno empleo, los trabajadores y
trabajadoras chilenos vivimos en una precariedad mayor.

Todos lo han dicho: a nuestra sociedad le pena su profunda desigualdad social. Se expresó de
manera contundente en la lucha por el derecho a Educación pero tiene los mismos alcances cuando
hablamos del sistema de Salud, de vivienda o de los instrumentos sobre los cuales son medidos los
niveles de pobreza. Chile, siendo un país rico en recursos naturales se ha constituido en un país
proveedor de materias primas, negándose la posibilidad estratégica de construir un proyecto de
desarrollo nacional soberano y sin los altos niveles de dependencia a economías foráneas que hasta
la fecha arrastra. Esto aparejado además a la concepción de un Estado ausente, donde solo opera
cuando los privados no dan a basto. Ello queda de manifiesto en lo que es el debate presupuestario
de cada año.
Cuando hablamos de presupuesto, nos estamos refiriendo a lo que el Estado destina al gasto dentro
de un período determinado, es decir, lo que conocemos como el gasto fiscal. El gasto fiscal, junto a
la política monetaria constituyen las herramientas principales para la conducción de la economía.
Desde hace varias décadas nuestro país mantiene un gasto fiscal moderado y manejado con un
criterio basado en la inexistencia de déficit e incluso generando desde el gobierno de Lagos un
superávit año tras año con características de “superávit estructural”.
Esta situación responde a la aplicación de la fórmula correspondiente a la economía neo-clásica,
que plantea que la existencia de la flexibilidad de los precios- que contempla los precios de los
bienes, servicios y de la fuerza de trabajo- provocará como consecuencia un equilibrio que producirá
un empleo pleno de los recursos productivos.
Esta perfección implica que no es necesaria la participación del Estado en la economía y si existe,
debe ser de carácter marginal. Lo que significa entre otras cosas que la política fiscal debe
preocuparse de mantener un gasto de baja intensidad, de manera que la asignación de recursos
esté traspasada al sector privado. En las últimas tres décadas Chile ha seguido estas reglas en
forma religiosa.
Cada año, cuando corresponde el envío del presupuesto de la nación al Parlamento, el Ejecutivo
crea un clima de expectación a través de los medios de comunicación, especialmente en lo referido
a las partidas de los Ministerios claves para la cuestión social que más sensibilizan a la opinión
pública. Sin embargo, estas discusiones mediáticas y la participación de los parlamentarios se
dirigen especialmente a debatir respecto a la magnitud de las partidas presupuestarias y al uso que
se ha dado o pretende dar a cada una de ellas. En esta discusión de magnitudes queda fuera el
sentido y la dirección de cada partida.

Estas dimensiones son fundamentales, porque representan la profundización o no de un modelo que
cede la asignación de los recursos al sector privado en áreas de enorme importancia para el
desarrollo del país, siendo éste relevado por el crecimiento como eje principal de nuestra sociedad.
Esta reafirmación de ceder la asignación de los recursos a los privados, se manifiesta en la práctica
con la entrega de dineros públicos en carácter de subsidios o simplemente para la administración,
incrementando la rentabilidad de los sectores beneficiados. Conclusión: el desarrollo privado, sobre
todo en áreas sociales del país, solo se hace sostenible a partir del aporte del Estado, es decir, de
todos los chilenos y chilenas que pagamos impuestos.
Por ello, pese a los aumentos en las partidas presupuestarias, eso no tiene correspondencia con
mayores y mejores garantías para los ciudadanos cuando se trata de derechos tan básicos como
salud o educación. Mientras sí tiene un alto impacto en la rentabilidad de los privados que
administran estos derechos. Lo mismo podemos decir respecto de lo que ocurre con el sistema de
pensiones.
Como podemos apreciar, la desigualdad en Chile no se supera con altos índices de crecimiento
económicos, puesto que estos recursos del Estado van destinados al soporte de los privados que
asumen las labores propias del Estado y a atender con políticas públicas solo donde el privado no
tiene interés. Por tanto, no es de extrañar que en nuestra vida diaria y ante anuncios pomposos de
desarrollo del país, no podamos más que sentirnos violentados con los anuncios de las autoridades,
pues somos testigos fieles de las inconsistencias entre lo dicho y la realidad.
Un Estado focalizado en los más pobres es un Estado que nunca podrá superar la desigualdad. Se
agotó la política de bonos y subsidios, es el tiempo de devolver el poder a los sindicatos para luchar
por sus derechos.
En Chile la línea de la pobreza según los datos de la ultima encuesta CASEN, corresponde a
$72.000 de ingreso mensual, cerca de un décimo del ingreso per cápita. Según los propios datos de
la encuesta Casen más de 2,4 millones de chilenos son pobres y uno de cada cuatro niños en Chile
vive bajo la pobreza.
Si bien, y polémica de por medio, se sostiene que la pobreza disminuyó en dos puntos porcentuales
desde la última medición, la pobreza entre los niños de cero a tres años se mantuvo en niveles muy
altos para un país que aspira al desarrollo y si miramos los datos del grupo etario siguiente (4-17
años) la pobreza incluso aumentó desde 21,5% a 22,5%. No es posible sostener en Chile que
hemos ganado la batalla contra la pobreza, pese a las políticas de bonos y subsidios destinados a
este segmento por parte del Estado.

Pero si estas cifras nos golpean, más dramático es corroborar que de este universo de pobres, al
menos 497 mil de ellos son trabajadores. Es decir, personas que poseen trabajo pero habitan
hogares pobres, de los cuales 62 mil son trabajadores indigentes.
En 2 de cada 3 hogares pobres hay trabajo y el 81% de ese trabajo es asalariado. Conclusión: NO
basta tener empleo para salir de la pobreza.
En los últimos 32 meses, se han creado 489 mil empleos asalariados. Sin embargo, el 70% de éste
corresponde a empleo externalizado (subcontrato, suministros, enganche temporal), dicha condición
(tercerización) aumenta la probabilidad de tener bajos salarios, reduce la probabilidad de tener
empleo protegido, reduce notoriamente la probabilidad de participar en organizaciones sindicales y
aumenta la probabilidad de ser un subempleado. Es decir, constituyen una condición clara de mayor
precariedad laboral.
En Chile, el 50% de los trabajadores dependientes privados, obtiene ingresos por su ocupación
principal menores a $218.800 dicho monto es inclusive menor al que obtenían estos mismos
trabajadores el año 2009, según los propios datos de la encuesta CASEN. Según establece la
Fundación SOL, de quienes se extraen los datos aquí presentados, con la fijación del salario mínimo
en $193.000 nuestro país ha ingresado a lo que técnicamente se conoce como la zona de un mini
salario mínimo. Es decir, un salario que representa menos del 30% del Producto Interno Bruto per
cápita mensual.
Las cifras expuestas demuestran con datos concretos la realidad de nuestro país, aquella que no se
ve tras los índices de crecimiento. ¿Puede un país como el nuestro, que se dice en vías de
desarrollo, seguir sosteniendo estos niveles de precariedad laboral y desigualdad?. A nuestro juicio,
este es el gran tema del que Chile debe hacerse cargo.
Benito Baranda, presidente de América Solidaria, sostenía ante esta realidad: “Crecimos
económicamente, tuvimos más empleo, los retornos del cobre han sido extraordinarios, las
transferencias monetarias son amplias(…) y seguimos con la misma cantidad de personas sumidas
en la pobreza” Por lo tanto, no cualquier empleo ayuda a salir de la pobreza y en un país con un
ingreso per cápita sobre los 16.000 dólares, los ingresos autónomos de las personas que trabajan y
viven en la pobreza son escandalosamente bajos, abusivos e indignos.
Si a ello sumamos la realidad de los trabajadores sin contrato, podemos ver que los asalariados sin
contrato llegan a 1.065.156 personas, que representa al 18,7% del total de asalariados del país. Esta
cifra contempla a quienes teniendo un contrato escrito no reciben liquidación de sueldo, por lo que
no tendrían un contrato laboral, por ejemplo, los trabajadores a honorarios tanto del mundo público
como privado. Gran parte de este empleo precario, además, se sostiene por fuerza laboral femenina.

Por ello, como Central Unitaria de Trabajadores, no podemos concordar con el Gobierno cuando se
sostiene que Chile avanza al Pleno empleo. Resulta inmoral vender una imagen país que está lejos
de corresponder con la realidad. La verdad del trabajo en Chile es que mientras más empleos se
crean, éstos son cada vez más precarios, sin protección, sin estabilidad y con salarios cada vez
menores. Los trabajadores y trabajadoras en Chile, somos trabajadores y trabajadoras
empobrecidos.
Frente a esta realidad indignante es que nos revelamos como Central, este Chile desigual es el que
queremos combatir. No podemos permitir que estas políticas se sigan perpetuando y en eso
debemos ser claros: no es que hoy estemos haciéndonos cargo de la realidad expuesta, ha sido un
largo camino el recorrido ya.
En la demanda por un Chile Justo del 21 de agosto del año 2002, fecha en que se conmemoraban
14 años desde la fundación de la Central Unitaria de Trabajadores, se expresaba de manera
contundente por parte de la CUT la urgencia por cambios profundos en materia laboral.
“Nuestra demanda por un Chile Justo, es para decirle a quienes se creen dueños del país que Chile
somos nosotros, los hombres y mujeres que cada día dejan lo mejor sí para engrandecer nuestra
nación. Las trabajadoras y trabajadores que, con sus manos e intelecto crean riqueza, esa misma
que algunos utilizan para someternos y avasallar nuestros derechos”
“Levantamos la voz para rechazar el chantaje del Fondo Monetario Internacional, principal
responsable de la crisis que afecta a América Latina. Para rechazar sus recetas privatizadoras, de
congelamiento y rebaja de salarios, y de mayor flexibilidad laboral que no es otra cosa que la
desprotección, discriminación y precariedad del empleo”.
Tras estos postulados, la CUT hacía un emplazamiento al mundo social y político a asumir las
demandas más urgentes que pusieran freno a estas políticas economicistas que, ya se preveía,
profundizarían un empleo de mala calidad y por tanto la desigualdad. En esta demanda eran doce
los puntos centrales que se contemplaban: Trabajo decente, un Estado comprometido con los
trabajadores, poner fin a las empresas de suministros de personal, una reforma a la judicatura
laboral, reformas al sistema de pensiones, preocupación por los adultos mayores, salud pública para
todos, educación pública y de calidad para todos, un Estado regulador de la economía nacional, un
Estado potente; Una constitución política democrática.
La agenda social y laboral de los trabajadores y trabajadoras de Chile de octubre del 2010,
documento confeccionado al calor del bicentenario nacional, es un nuevo momento de síntesis del
mundo sindical organizado, donde a partir de dos grandes áreas, una sobre condiciones de trabajo y
seguridad social y otra de demanda laboral, se asumía el desafío de poner en el centro del debate
nacional la necesidad de cambios y de derrota del modelo para terminar con la desigualdad y las
precarias condiciones de los trabajadores.
En esta agenda se expresa: “Es urgente abordar con decisión el tema laboral largamente
postergado en nuestro país y poner el trabajo en el centro de la vida de la sociedad, porque éste no
es solamente una fuente de sustento familiar sino también la fuente de toda dignidad humana que
permite el desarrollo del país y el crecimiento individual de las personas”
“Es por esto que en esta ocasión en que Chile cumple 200 años de valor independiente, es el
momento de empezar a debatir y resolver las problemáticas más urgentes que afectan a los
hombres y mujeres de trabajo y dar pasos definitivos hacia relaciones laborales de mayor igualdad y
justicia social. No hacerlo sería consolidar la desigualdad que nos ha caracterizado y negar a un
amplio sector de chilenas y chilenos la posibilidad de surgir y ser parte del país”
En tanto, el Pliego de los trabajadores y trabajadoras de Chile por los Derechos laborales y Más
Democracia, emanado en el marco de la última elección presidencial, también era claro y preciso
sobre lo que los trabajadores y trabajadoras demandan: “Una sociedad donde el trabajo sea
valorado y quien lo realiza sea respetado con relaciones laborales justas y en igualdad, con
mecanismos de distribución de la riqueza. Una sociedad con valores y con respeto a la diversidad,
que cuide el medioambiente y sus recursos naturales”
Como queda en evidencia, no estamos partiendo de cero ni comenzamos hoy un nuevo rumbo. Pero
con esa misma franqueza para reconocer lo que hemos construido como CUT, es necesario asumir
que se requieren hoy nuevos énfasis para irrumpir con las demandas. No se trata de hacerlo hoy
porque ayer no se hizo o se hizo mal, sino más bien de comprender con altura de miras que estamos
dándole un nuevo empuje a nuestras plataformas porque han pasado décadas y los cambios
propuesto y demandas realizadas no han logrado avanzar. Hoy tenemos una nueva oportunidad
para golpear al modelo, ante un Chile que superó el miedo a expresarse y movilizarse tras estos
cambios profundos. Nos corresponde de conjunto dar esta batalla.
Es por ello que durante estos meses, hemos levantado nuevamente nuestro llamado a superar la
desigualdad y asumir que ésta tiene su origen en el mundo del trabajo. Por ello, es que sin dejar
ningún tema fuera de nuestra agenda, nos hemos propuesto la tarea de impedir que las demandas
más sentidas por los trabajadores queden relegadas.
En este esfuerzo, es que hemos levantado para el período tres propuestas ejes de nuestro actuar y
que han sido además, las propuestas con las que hemos emplazado a los pre-candidatos del mundo
de la oposición. Estas son:

1.- Reforma Tributaria real, que en lo esencial constituya un nuevo modelo de tributación, donde no
sea el impuesto a las personas el que sostenga los recursos que el Estado destina a las políticas
públicas y sociales.
2.- Un nuevo sistema de pensiones, que termine con el actual sistema de AFP. Un sistema que a la
fecha cuenta con 4, 7 millones de cotizantes activos y donde 1 de cada 3 pesos de los cotizantes
queda en manos de los administradores de los fondos de pensiones y donde el fisco financia el 60%
de los beneficios pagados por el sistema de AFP’s , a través del presupuesto del Ministerio del
Trabajo en su partida del Instituto de Previsión Social.
3.- Una Nueva Institucionalidad Laboral, que garantice el fortalecimiento de la sindicalización, a
través de nuestra propuesta de sindicalización automática y el reconocimiento del sindicato como
único instrumento negociador; negociación colectiva real para todos los trabajadores sin
discriminación de ningún tipo y con reconocimiento de la negociación interempresas y por rama de la
producción y que garantice sin ningún condicionamiento el Derecho a Huelga hoy conculcado.
Demandamos un nuevo código Laboral.
Pero junto con ello, demandamos empleo de calidad, el fin al multirut, restituir el sentido y rol original
de la Dirección del Trabajo, la que en este ultimo período sobretodo se ha constituido en un ente de
protección a los empresarios a través de su política de mediación entre sindicatos y empleadores. Es
decir, tenemos urgencias por los cambios estructurales que nos permitan terminar con la
desprotección en que nos encontramos los trabajadores organizados pero también urgencias de
coyunturas donde no podemos estar ausentes como Central, pues de ello depende la posibilidad
cierta de levantar la fuerza sindical que se requiere para construir ese Chile más junto que tanto
anhelamos.
Hemos enfrentado un complejo escenario en materia de negociación colectiva y huelgas. Solo
durante estos meses tras las elecciones, hemos enfrentado huelgas en Redbus, Correos de Chile,
Sindicato de Trabajadores del Hospital Clínico de la Católica; acompañamos a los trabajadores de
ENAER y la marcha de los pescadores artesanales contra la ley de pesca, enfrentamos el proceso
de negociación de sector público y aún estamos ejerciendo acciones contra los despidos arbitrarios
del sector; desde la secretaría de conflictos hemos estado presentes con los trabajadores del
sindicato de PRISA, la huelga del sindicato de DeltaAirlines, la de los mecánicos de Sky; hemos
estado presentes a través de nuestra CUT provincial en el conflicto de Freirina y con la Asamblea
Ciudadana de Calama; acompañando al sindicato de los trabajadores de la Fundación Pablo
Neruda.

Hemos participado de congresos y eventos de los trabajadores, asistido a foros y entrevistado con
autoridades, participamos en la comisión de Trabajo del Senado para reafirmar nuestra posición
como CUT respecto al multirut. No cabe duda, vivimos tiempos de tensa quietud en nuestro país y
en particular en el mundo del trabajo y aún resta por enfrentar la gran ola de despidos en los
municipios en el área de salud y educación.
Quien crea que en Chile el sindicalismo está dormido, es porque no conoce el Chile en el que está
viviendo.
Pero no podemos solo conformarnos con apoyar a nuestros compañeros cuando están en conflictos,
a cada trabajador y trabajadora en Chile le duele tener que asumir una huelga y asumir el costo que
ésta pueda tener. No queremos que nuestra gente siga viviendo así, queremos reformas profundas
precisamente para que esta realidad de desprotección y orfandad en la que vivimos los trabajadores
chilenos termine. Creemos en el diálogo, pero para que este sea efectivo, necesitamos que
trabajadores y empleadores nos entendamos en igualdad de condiciones y hoy, bajo la actual
legislación, quienes tienen todas las garantías son los patrones mientras los trabajadores ni siquiera
contamos con los instrumentos que el Estado ha creado para nuestro resguardo.
Los hechos y gran parte de lo datos aquí mencionados nos dan la razón, con esa convicción de que
estamos en lo correcto es que debemos salir a construir y movilizar, nada de lo que nos
propongamos podrá cobrar realidad si no asumimos que junto con exponer nuestros argumentos se
requiere avanzar en movilización para tener la fuerza suficiente que irrumpa en el escenario nacional
y este camino debe ser constante, tanto hoy cuando estamos ad portas del fin del Gobierno de
Derecha pero también mañana si es que el próximo gobierno no asume estas banderas como parte
de las tareas pendientes del Estado de Chile con sus trabajadores y trabajadoras.
Para cumplir lo aquí propuesto, necesitamos transformar los siguientes hitos en hechos políticos que
hagan gravitar en el país los derechos laborales:

FECHA ACTIVIDAD CARÁCTER

25, 26 y 27 de Enero Cumbre Social de los Pueblos Asistir amplia y masivamente a la marcha convocada para el día 25 de enero. Destacando en ello, las demandas de los trabajadores e igualmente en los foros de
días posteriores.

Febrero Aniversario Fundación CUT del 53. Relevar la importancia de la creación de un instrumento único de los trabajadores, realizando asambleas conmemorativas en las CUT Provinciales y Zonales 

08 de Marzo Día Internacional de la Mujer.  Debe ser un momento de masividad, amplitud y unidad donde se ponga al centro el tema de la desigualdades, particularmente las que viven las mujeres en el mundo del
Trabajo, convergiendo de conjunto con las demandas de otras organizaciones 

Abril Asambleas Sindicales Realizar Asambleas Sindicales en todas la Provinciales para aunar posiciones  Frente al debate presidencial y preparar el primero de mayo. Particular atención debiéramos colocar en una gran asamblea sindical unitaria y amplia en la RM

Primero de Mayo Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras. Este 1º de Mayo, su carácter,
contenidos y masividad, será determinante para que los trabajadores y trabajadoras impongan sus demandas y derechos en el debate presidencial y nos permita incidir en este momento que será determinante para el
futuro del país.  Trabajar el 1º de Mayo con anticipación en todo el país y poner particular atención en la RM que es donde la opinión publica, la prensa y los actores políticos nos medirán.

21 de mayo Cuenta Presidencial Esta será la última cuenta de este Gobierno, debemos trabajar porque junto  a otros actores sociales, lo convirtamos en un momento de fuerte crítica a las nulas políticas realizadas para
terminar con las desigualdades. Reproducirlo en todo el país, pero asegurando una gran  masividad en Valparaíso.  Durante este año. Movilización Debemos trabajar por instalar durante este año a lo menos 3
ó 4 conflictos en sectores que nos permitan reponer iniciativas de negociación colectiva que rompan el
marco legal, para dar una señal clara de nuestra disposición a la movilización, pero también para abrirle espacio en la agenda nacional a los temas laborales.

CONSEJO DIRECTIVO NACIONAL
CENTRAL UNITARIA DE TRABAJADORES