CHILE

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jueves, 25 de abril de 2013

LOS TRABAJADORES TIENEN MUCHO POR QUÉ LUCHAR


Para nadie es un misterio que el objetivo central de los golpistas de 1973 fueron los trabajadores. Y siguen siéndolo. Allí está el Plan Laboral con su destrucción de las organizaciones de clase de los trabajadores. Allí están los centenares de dirigentes sindicales desde el más nivel de la Central Unica de Trabajadores, la CUT de esos años, hasta los niveles de sindicatos de base pasando por las federaciones y confederaciones en las que los trabajadores se unían por rama de la producción para presentar en conjunto sus reivindicaciones y movilizarse por ellas.
Era tal la fuerza de la organización de la clase obrera, que su influencia pudo irradiar hasta los nuevos contingentes de trabajadores del agro e ir cumpliendo etapa tras etapa hasta concluir, luego de la formación de sindicatos y federaciones de trabajadores de la tierra, hasta la Reforma Agraria instaurada primero por el gobierno de Frei Montalva (1964-1970) hasta su entera realización bajo el gobierno de la Unidad Popular.
Muchos de los que escriben la historia de Chile, como de otras naciones igualmente signadas por la explotación capitalista, no reparan o, cuando tienen conciencia de ello lo ocultan, que el desarrollo social ha tenido siempre por protagonistas a los trabajadores, a las masas explotadas y tantas veces forzadas a una migración interna para el beneficio de los grandes intereses empresariales, y sólo tienen espacio para las “personalidades” o corrientes ajenas a los trabajadores y el conjunto del pueblo.
Plagada está nuestra historia de hechos como los que denuncia la literatura y el arte en general. “Muchas matánzicas tiene la histórica/ en sus pagínicas bien imprentádicas”, cantaba Violeta Parra. Y el Canto General de Pablo Neruda, así como gran parte de la saga de la Generación del 38 en la poesía y en la prosa chilenas sólo son comprensibles como una respuesta al movimiento real de la sociedad. Una especie de alerta y llamado desde el movimiento real de la sociedad hacia su reflejo en las conciencias y, de retorno, una mayor capacidad de las masas de alcanzar y afianzar su identidad y avanzar en la conquista de sus derechos. Entre ellos, el poder, que es presentado invariablemente por los ideólogos de la burguesía como un patrimonio exclusivo de las “clases dirigentes”.
Canto Nuevo, Movimiento Muralista, Teatro, Orquesta Sinfónica, Ballet Nacional: todos ellos, hitos que responden a la elevación de la unidad y la cohesión de un movimiento sindical que cada vez con mayor profundidad elevaba sus objetivos hasta la “redención” total en el marco de un nuevo orden social en el que estuviera abolida la extrema concentración de la riqueza con su correspondiente extrema explotación del trabajo humano, y se produjera la liberación de las ideas sobre la base de una educación democrática y de responsabilidad indeclinable del Estado.
Las viejas pero nunca gastadas consignas de los trabajadores vuelven a desplegarse este 1º de Mayo por plazas y calles de Chile. Lo mismo ocurrirá en todo el planeta, porque en todo lugar de la Tierra son los trabajadores los que mueven al mundo. Apretadas columnas de muchachas y muchachos han estremecido al país. Marcan ellos y ellas un escenario nuevo. Este 1º de Mayo unirán sus voces rebeldes, su alegría y la gracia de sus expresiones de arte y creación, a las columnas de los trabajadores de las más diversas ramas de la producción. Tal será el escenario de ese día, para el que sólo faltan horas.
Todo lo indica así: ¡Este Primero de Mayo hará historia!

FUENTE :EDITORIAL DE "EL SIGLO"