CHILE

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jueves, 13 de marzo de 2014

PDTA MICHELLE BACHELET "EMPECEMOS AHORA MISMO NUESTRA TAREA "

En la tarde del mismo día 11 de marzo, luego de asumir la presidencia de la república, la nueva mandataria se dirigió al país desde un balcón de La Moneda. Estas fueron sus históricas palabras.



Amigas y amigos:

Hace 4 años atravesé esta puerta por la que hoy he vuelto a entrar y ustedes me acompañaron en esta despedida, y hoy vuelven a estar aquí conmigo, en esta la casa de los Presidentes y las Presidentas de Chile. Quiero agradecerles el gran cariño que siempre me han demostrado, su apoyo constante y por sobre todo la confianza que han depositado en mí. Ustedes han sido los protagonistas de muchos procesos que han ocurrido en este tiempo, donde la ciudadanía ha decidido ejercer sus derechos y ha tomado un lugar en la construcción de estos procesos. Es tiempo ya de iniciar el camino que hemos comprometido en el programa de gobierno, es la hora de poner esos sueños en marcha, es hora de iniciar juntos ese camino hacia una nación desarrollada y justa, moderna y tolerante, próspera e inclusiva que todos nos merecemos. Creemos que puede haber un Chile diferente y mucho más justo.

Quiero que el día en que vuelva a dejar esta casa, ustedes sientan que su vida ha cambiado para mejor, que Chile no es sólo un listado de indicadores o estadísticas, sino que una mejor patria para vivir, una mejor sociedad para toda su gente.

Sé de primera mano lo que la educación pública pueda ofrecer a una persona. Yo soy hija de la educación pública y mi compromiso es que en Chile todos tengamos esas mismas oportunidades.

Sé de primera mano lo que es luchar por una patria libre, sin enclaves autoritarios, donde la mayoría no sea vetada por una minoría y mi compromiso es que esta plaza sea la Plaza de la Constitución, de una Constitución nacida en democracia.

Sé de primera mano lo que la salud pública hace por las personas. Soy médico y fui ministra de Salud y mi compromiso es que nadie quede sin remedios, sin atención profesional porque no hay especialistas o no hay una urgencia cerca.

Sé de primera mano cuáles son las preocupaciones de las jefas de hogar. Sé de la necesidad que cada mujer tiene de trabajar mientras sus hijos o hijas reciben el estimulo de educación de calidad.

Estos compromisos requieren de un país dinámico, que crea empleos de calidad, que capacita, emprende e innova. Una sociedad donde los desafíos del crecimiento demandan no sólo eficiencia, sino también el acuerdo político y humano con inclusión y sustentabilidad, y también de un país que trabaje incansablemente para que la dignidad y el respeto de los derechos sean la regla para todos y todas. Esa es la sociedad que juntos hemos imaginado, y ese sueño compartido es también un contrato solemne entre ustedes y esta Presidenta. Eso es nuestro programa de gobierno y vamos a llevar adelante el programa de gobierno que hemos comprometido con ustedes y vamos a hacerlo en un marco de diálogo con todas las fuerzas políticas y sociales, pero un diálogo que tenga un objetivo claro, que es avanzar en el cumplimiento del programa. Ese es nuestro mandato ciudadano y para eso he vuelto a ser Presidenta de Chile.

Un programa que compromete una reforma educacional, que asegure gratuidad, calidad, inclusión y mejores perspectivas para los niños(as) y jóvenes de Chile. Un programa que compromete una gran reforma tributaria que consagrará el principio de que quienes tienen más contribuyen con más al bienestar de todos y todas. Un programa que se compromete con el trabajo decente, con los derechos laborales, con la capacidad de negociación justa con los empleadores. Un programa que se comprometa con el medioambiente, con las ciudades y barrios amables, con regiones que sean protagonistas de su propio desarrollo. Un programa que se comprometa a atacar el delito, pero también a prevenirlo y a acompañar y defender a las víctimas. Un programa que cree que la cultura, la recreación y el deporte no pueden ser para quienes pueden pagar, sino que para todos en todas las comunas.

Amigas y amigos: voy a ser la Presidenta de todos los chilenos y chilenas. De quienes me dieron su apoyo, de quienes no votaron por mí y de quienes no fueron a votar. Tenemos un proyecto de país que requiere de todas las miradas sin excluir a nadie. Cada uno de nosotros puede hacer la diferencia entre excluir e incluir, entre dialogar e imponer, entre creer y desconfiar, entre sumarse y restarse. Sólo juntos podemos reconstruir la confianza en la participación y en las instituciones, sólo juntos podemos dar el poder a lo local, dar voz a las diferentes necesidades de nuestra gente, dignificar el trabajo y la democracia. Chile tiene sólo un gran adversario y eso se llama “desigualdad”, y sólo juntos podemos enfrentarla.

Comenzaremos ahora. El tiempo es escaso, pero vamos a aprovecharlo al máximo. Iniciaremos los primeros 100 días a aquellas tareas que ya no puedan esperar. Representamos la urgencia que tienen millones de chilenos y chilenas, y porque tenemos urgencia debemos comenzar ahora, pero construir este camino paso a paso. Porque tenemos urgencia, no podemos apresurarnos y sabemos que hay tareas que van a ir mas allá del mandamiento presidencial. Porque tenemos urgencia debemos trabajar con unidad, con generosidad y con compromiso, no por los intereses propios, sino por el bien común.

Juntos hemos llegado hasta aquí y son ustedes los que me han traído nuevamente a La Moneda. Empecemos ahora mismo nuestra tarea.

Muchas gracias y ¡Viva Chile!

" Y AHORA , ¡ A REMAR TODOS JUNTOS ! "

Desde hace pocas horas, está instalado en el Palacio de La Moneda el gobierno elegido por una elocuente mayoría en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Quedan para el olvido, pero un “olvido crítico”, los 4 años de la administración de Sebastián Piñera. Una vez más, se pretenderá reemplazar por el pretendidamente neutral y objetivo “juicio de la historia”, el simple e inapelable balance elaborado por la ciudadanía al propinar, en tres elecciones consecutivas o coincidentes –municipales, parlamentarias y presidencial- aplastantes derrotas a la combinación de fuerzas administradoras y continuadoras del legado dictatorial.

Al despedirse de su cargo supremo, el hoy ex presidente Piñera trazó un panorama idílico y autocomplaciente de sus cuatro años en La Moneda.

Señaló algunos “logros” y avances, exageró o falseó otros, omitió puntos esenciales. A la hora de responder por ese abismo que separó sus “grandes avances” en materias muy diversas y la baja adhesión y significativo rechazo público que fueron la tónica de sus 4 años de gobierno, no tuvo otra respuesta que la ausencia de un “relato” correspondiente.

Pobre argumentación al venir de un gobierno que disfrutó de una cobertura editorial –prensa escrita, televisión, radios- que no dejó espacio a una disidencia democrática que tuviera al menos una discreta participación en los recursos que el Estado canaliza hacia los medios informativos.

Otro punto que sí es necesario destacar es la actitud del entonces Jefe de Estado al intervenir en la polémica abierta por la conmemoración del Golpe de Estado a 40 años de ese 11 de septiembre de 1973.

Luego de su “indignada” o más bien destemplada reacción ante la prisión dispuesta en España y materializada en Londres por los crímenes contra la humanidad cometidos por Augusto Pinochet, el reconocimiento que desde su alta investidura en el Estado formuló al repudiar los crímenes y denunciar a aquellos que llamó “cómplices pasivos”, queda como un “haber” en su por varias razones discutible condición de estadista.

Pero, la hora no es tanto de los balances, siempre necesarios e ineludibles, como de las perspectivas que la nueva administración de Michelle Bachelet ha creado entre una significativa mayoría ciudadana.

Insistirá la nueva oposición, y hasta la majadería, en las diferencias existentes en las fuerzas que constituyen el promisorio bloque de la Nueva Mayoría. Nada nuevo ni anómalo, si se considera el carácter innegablemente diverso de esa formación política. Bien quisieran la derecha, política y empresarial, y sus socios mayores desde la Casa Blanca, que tales diferencias fueran ahondándose hasta convertirse en una suerte de “carta de naufragio” de una coalición nacida al impulso de las impresionantes movilizaciones ciudadanas que en los últimos años han conmovido al país hasta el extremo de instalar desde los movimientos sociales las pautas de todo debate democrático.

Y ello invita u obliga a una mayor responsabilidad y sentido de la realidad, por cuanto las decisivas transformaciones que el nuevo gobierno se ha comprometido a realizar requieren de una aceptación mayoritaria y democráticamente expresada en todos los niveles: el de las tratativas y acuerdos entre la fuerzas políticas, el de una “eficiencia parlamentaria” a la hora de convertir en leyes los enunciados programáticos, y una no menos decisiva presencia de los movimientos y expresiones sociales que desde la base, en la multiplicidad de las formas que corresponden a su carácter tan pronto nacional como sectorial, se hagan presentes con sus demandas y, por qué no, sus urgencias.

FUENTE : EDITORIAL DE " EL SIGLO "