CHILE

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jueves, 14 de marzo de 2013

UN PROGRAMA QUE ENFRENTE AL CONTINUISMO


Crece la preocupación del gobierno al iniciar su último año y en un esfuerzo por subir en las encuestas acude una vez más a lo que mejor sabe hacer: el clientelismo y el asistencialismo. De esta manera, al cumplir su tercer año en La Moneda, Piñera accedió a conceder un bono de 40 mil pesos para los sectores “vulnerables” –léase inscritos en la Ficha de Protección Social- y, además, envió un proyecto al parlamento para aumentar el salario mínimo hasta los $200 mil pesos.
En el fondo, la derecha adelanta el proyecto respectivo para evitar la discusión en plena campaña electoral, en julio próximo.
Pese a las críticas reiteradas de la derecha contra esta política de entregar bonos, recurren al mismo expediente y, aunque en junio pasado el gobierno se negó terminantemente al monto planteado por la CUT de un salario mínimo de $250 mil pesos, ahora accede tal vez con miras capitalizar a favor de sus precandidatos presidenciales.
En vísperas del inicio de la campaña, mientras la oposición se mantiene coordinada en busca de importantes puntos convergentes, la derecha se debate entre declaraciones contradictorias y enfrentamientos de sus postulantes –a La Moneda y el Congreso- que no trasuntan sus verdaderas intenciones ni diferencias.
La unidad de la izquierda y el progresismo es la clave para desplazar a la derecha del poder. Unidad que debe basarse en el respeto a concepciones ideológicas diferentes, pero que se coordinan a través de objetivos comunes tan caros como consolidar una institucionalidad democrática, reformas políticas y fin al binominalismo, así como recuperación de los derechos sociales, labores y la defensa de nuestros recursos naturales con soberanía popular.
Cualquier acuerdo en materia de lista parlamentaria u opción presidencial estará supeditado a ejes programáticos que deben quedar claramente definidos y que compartan la oposición en su conjunto.
El tema no es necesariamente el nombre del candidato o candidata presidencial. Lo fundamental es un acuerdo programático serio, responsable, por el cual todas las fuerzas agoten su práctica política y social en foros, en las calles, en los casa a casa y en los medios de comunicación de masas. Junto a ello, se está conformando ya una lista única de precandidatos a la cámara baja y al Senado, aunque todavía falta el concurso indispensable de independientes y representantes del movimiento social.
Las primarias o acuerdos específicos sobre uno o dos cupos para diferentes distritos o circunscripciones deben aquilatarse sobre todo considerando las posibilidades reales de doblar con los nombres propuestos y evitar el desgaste en enfrentamientos que dificulten la derrota de la derecha y la rebaja de su sobre representación en el poder legislativo.
Las primarias no garantizan necesariamente más democracia, ya que se realizan en el marco del actual sistema electoral binominal, dificultando la competitividad de sectores emergentes, independientes o de nuevas figuras partidarias que corren riesgos de enfrentarse en un cuadro donde el marketing político se impone a través de la publicidad y los medios de comunicación.
Mientras la derecha ofrece más de lo mismo que hemos visto en estos últimos tres años, la oposición tiene la oportunidad de brindar finalmente una salida al modelo social, político, económico y cultural que ha mostrado con creces que ha resultado perjudicial para las amplias mayorías desde hace ya cuatro décadas.
FUENTE : EDITORIAL DE "EL SIGLO"