CHILE

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lunes, 6 de julio de 2015

III .LOS CONQUISTADORES (CANTO GENERAL )

XV

LA LÍNEA COLORADA

MÁS tarde levantó la fatigada
mano el monarca, y más arriba 
de las frentes de los bandidos,
tocó los muros.
                     Allí trazaron
la línea colorada.
                          Tres cámaras
había que llenar de oro y de plata, 
hasta esa línea de su sangre. 
Rodó la rueda de oro, noche y noche. 
La rueda del martirio día y noche.

Arañaron la tierra, descolgaron 
alhajas hechas con amor y espuma, 
arrancaron la ajorca de la novia, 
desampararon a sus dioses.
El labrador entregó su medalla, 
el pescador su bota de oro, 
y las rejas temblaron respondiendo 
mientras mensaje y voz por las alturas 
iba la rueda del oro rodando. 
Entonces tigre y tigre se reunieron 
y repartieron la sangre y las lágrimas.

Atahualpa esperaba levemente 
triste en el escarpado día andino. 
No se abrieron las puertas. Hasta la última 
joya los buitres dividieron:
las turquesas rituales, salpicadas 
por la carnicería, el vestido 
laminado de plata: las uñas bandoleras 
iban midiendo y la carcajada 
del fraile entre los verdugos
escuchaba el rey con tristeza.

Era su corazón un vaso lleno 
de una congoja amarga como 
la esencia amarga de la quina.

Pensó en sus límites, en el alto Cuzco, 
en las princesas, en su edad, 
en el escalofrío de su reino. 
Maduro estaba por dentro, su paz 
desesperada era tristeza. Pensó en Huáscar. 
Vendrían de él los extranjeros? 
Todo era enigma, todo era cuchillo, 
todo era soledad, sólo la línea roja 
viviente palpitaba, 
tragando las entrañas amarillas 
del reino enmudecido que moría.

Entró Valverde con la Muerte entonces. 
"Te llamarás Juan", le dijo 
mientras preparaba la hoguera. 
Gravemente respondió: "Juan, 
Juan me llamo para morir", 
sin comprender ya ni la muerte. 
Le ataron el cuello y un garfio

entró en el alma del Perú.

Pablo Neruda