CHILE

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viernes, 18 de octubre de 2013

"ESE PODEROSO CABALLERO "

 
“El dinero, ese no ser en sí mismo”, decía el filósofo judío-alemán Martin Buber. Sentencia sugerente, pero que sin embargo no alcanza a dar cuenta de toda la “potencialidad” de aquel “poderoso caballero”. Carlos Marx, más apegado a la tierra y con un sentido superior de la historia, señaló su papel como “el espejo de todas las mercancías”.
 Para bien o para mal, cantando las virtudes de la aldea o aceptando la lógica de la urbe insaciable y cruel, el dinero ha sido un gran protagonista de la historia; la general, de naciones y comunidades, y la particular de los seres humanos atrapados en su “lógica”. Ninguna gran obra del espíritu humano ha sido insensible o indiferente al poder del oro o el moderno billete de banco. La avidez por poseerlo ha sido registrada en las mayores manifestaciones del arte, como bien da cuenta la literatura desde el alba de los siglos. Que el dinero “incide” en la vida diaria de millones de seres humanos, es algo evidente. Ello, aunque las argucias de un capitalismo llegado a su etapa terminal impidan al ciudadano común seguir la trayectoria de los para él esquivos billetes de banco en medio de las sutilezas de las emisiones, los créditos y sus tasas de interés, las fusiones y refusiones de las grandes empresas, los productos internos brutos, las rentas per cápita y otras materias o “temas” para iniciados y doctorandos.
Desde hoy, el señor billete tiene “chipe libre” para hacer su agosto, aunque ya estemos en primavera: la ley electoral faculta a partidos y candidatos a llamar por su nombre lo que se estaba haciendo bajo diversos subterfugios. Desde hoy se puede inscribir en volantes y carteles el sacrosanto “vota por…”.
 Y lo que empieza es el baile de los billetes, los centenares de miles de volantes, las miles de “palomitas” y los cientos de grandes carteles en calles y plazas de todo el país. Eso, más las facturas de las páginas de la prensa escrita y los espacios en radio y televisión, a lo que añadir los emolumentos de los propagandistas, los que reparten volantes, cuidan las palomitas y se enfrentan a las “secretarías” rivales aun a riego de su integridad física. Es el reino desencadenado que retrata en su “Cambalache”, el genial tanguero Discépolo: “No pienses más,/ sentate a un lao/ que a nadie importa/ si naciste honrao”.
Haciendo un contraste entre la prepotencia del dinero y la simple pero sólida moral del pueblo, solía buscar asilo Salvador Allende en la respuesta del modesto campesino que ante la insinuación, o la insolencia desembozada, del que le ofrecía dinero por su voto –el viejo pero renovado cohecho- respondía con un “en mi pobreza mando yo”.
Serán 30 días de ríos y charcos de dinero, de propaganda arrolladora. Es el sunami del capitalismo en su etapa neoliberal, cuando todo es barato si de mantener y cultivar “el modelo” se trata. Los bolsillos del pobre apenas si alcanzan para medias verdades, y la mentira es una mercancía cara que no está al alcance sino del que roba y explota: “que a nadie importa/ si naciste honrao”. En noviembre el objetivo a derrotar es la prepotencia del dinero, y las herramientas para ello son la honestidad y la dignidad. Y la certeza de que sin unidad y lucha nada será posible, porque son muchos siglos de prepotencia del poderoso caballero, y para derrotar sus malos designios hace falta mucha determinación.
 
FUENTE : EDITORIAL DE  "EL SIGLO "