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martes, 24 de septiembre de 2013

RSE: EL PROBLEMA SIGUE SIENDO LA PROPIEDAD PRIVADA

A fines del siglo XIX Oscar Wilde se refería a lo equivocado que estaban los seres humanos al tratar de enmendar los males existentes en la sociedad con remedios que, en vez de curar la enfermedad, la prolongaban formando incluso parte del mismo mal: “Tratan de solucionar el problema de la pobreza –diría Wilde- manteniendo vivos a los pobres, cuando el objetivo correcto y adecuado sería tratar de reconstruir la sociedad sobre unas bases tales que en ella resultara imposible la pobreza”. 
La responsabilidad social empresarial (RSE), ética de la empresa que se promueve con énfasis en la actual etapa del capitalismo, se inscribe en la lógica descrita por el célebre cuentista irlandés. Las “empresas socialmente responsables” se ponen como objetivos cuestiones como el llevar a cabo un “comercio justo” con sus proveedores, promover prácticas de negocios sustentables social y medioambientalmente, entregar condiciones laborales decentes a sus trabajadores, relacionarse con sus socios y/o clientes de manera armónica y vincularse virtuosamente con la comunidad en la cual las empresas llevan a cabo sus negocios.
El discurso de la RSE nos dice que en la medida que las empresas se inscriban en estos principios y compromisos y, desde ellos, orienten sus acciones, no habría de qué preocuparse. La solución a la pobreza, a la discriminación, a la desigualdad, al trabajo precario, a la contaminación, a la explotación indiscriminada de la tierra y a los problemas medioambientales en general, estaría a la vuelta de la esquina. Es cuestión de tiempo, sólo habría que esperar que el capitalismo continúe expandiéndose y desarrollándose, como sí el reafirmar y consolidar la propiedad privada trajera de consecuencia acabar con muchas de las negatividades producidas por ella misma.
El modo de producción capitalista se sostiene en la propiedad privada. Ésta es, pues, el producto nuclear y el resultado necesario del capitalismo, del trabajo sometido a sus lógicas e intereses y, por lo tanto, de la vida humana enajenada. Este modo de producción, verdadero cáncer de nuestros tiempos, que crisis tras crisis nos da muestra de su racionalidad mal entendida, invertida, no contiene en sí su cura. La solución no es otra que su exterminio. Y cuando digo “exterminio”, digo acabar con el capitalismo para construir una sociedad nueva, otra, en la que el sometimiento de los seres humanos por los propios seres humanos sea inconcebible.
Por
Mauricio Muñoz. Sociólogo
Investigador Área Laboral ICAL