CHILE

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martes, 22 de septiembre de 2015

EDUCA-TV. FUNERALES DE PABLO NERUDA -1973

GOLPE DE ESTADO Y LA NUEVA CANCIÓN CHILENA

Ocurrida la asonada militar de 1973, todo vestigio de arte debía ser silenciado y expulsado de la vida de los chilenos. “No más quenas, no más charangos, esa es música boliviana y además upelienta”.
 Luego del bombardeo a las antenas de a lo menos tres radioemisoras en Santiago, la intervención a los canales de televisión existentes, la censura a medios escritos, también se aplicó castigo a los músicos y su creación. Todo vestigio de arte debía ser silenciado y expulsado de la vida de los chilenos.
El coronel Pedro Ewing, por indicación de la División Nacional de Comunicación Social (Dinacos), ordenó: “No más quenas, no más charangos, esa es música boliviana y además upelienta”. La quena y el charango pasan así a ser instrumentos peligrosos.
Quilapayún e Inti Illimani se encontraban de gira por Europa cuando ocurre el golpe de Estado y se les prohíbe el reingreso a Chile; Ángel Parra, detenido en su domicilio de Santiago, fue llevado junto a miles de chilenos al Estadio Nacional de Santiago, posteriormente es trasladado al campo de concentración de Chacabuco. Liberado en febrero de 1974, solicitó quedarse en Chile para continuar su carrera musical, y la respuesta fue tajante: “Su voz, su cara y su estilo recuerdan a la Unidad Popular y eso es algo que en el país está prohibido”. Fue expulsado en noviembre de 1974.
Isabel Parra, Patricio Castillo y Patricio Manns encontraron refugio en la Embajada de Venezuela y de ahí partieron al exilio. Osvaldo Rodríguez logró asilo en la Embajada argentina hasta su salida al exilio. El “Payo” Grondona y dos miembros del grupo Tiempo Nuevo consiguen salir a la Argentina. Héctor Pavez partió también al exilio; murió en París en 1976. Sergio Ortega se refugió en la Embajada francesa y posteriormente salió al exilio. Marta Contreras se hallaba fuera de Chile. El mismo día 11 de septiembre al avión en que regresaba le fue impedido aterrizar en Santiago por lo que tuvo que continuar hacia Buenos Aires, donde Marta comienza su exilio.
Osvaldo “gitano” Rodríguez, buscado por los golpistas, logra asilo en la Embajada Argentina a mediados de octubre de 1973.
Illapu que se había mantenido al interior del país, es víctima del exilio el año 1981 (octubre). Regresaban de una éxitosa gira por Europa y Estados Unidos y al pisar la loza del aeropuerto son informados del decreto que les impedía vivir en su país por “activistas marxistas que participan en la campaña de desprestigio de Chile en el exterior”.
Víctor Jara había sido asesinado a pocos días del golpe y el sello discográfico que había albergado la Nueva Canción Chilena, DICAP (Discoteca del Cantar Popular), había sido destruido y saqueado. Las compañías discográficas fueron obligadas a borrar catálogos y a grabar canciones que no tuvieran relación con la expresión de la NCCh. La identificación del sonido y la estética de la Nueva Canción Chilena con el proceso chileno encabezado por la Unidad Popular fueron tales que los golpistas buscaron extinguir el movimiento musical.
Todo indicaba que el  movimiento de la Nueva Canción Chilena debía cerrar su exitoso capítulo.
Es conocida la amenaza que dejó caer la dictadura sobre los músicos y que relatara Héctor Pavéz: “Nos citaron a una reunión y nos dijeron que iban a ser muy duros, que revisarían con lupa nuestras actitudes, nuestras canciones, que nada de flauta, quena, ni charango porque eran instrumentos identificados con la canción social, que el folclore del norte no era chileno; que la Cantata Santa María de Iquique era un crimen histórico de ‘lesa patria’; que los Quilapayún eran responsables de la división de la juventud chilena”.
Todos los artistas de la Nueva Canción en el exilio se disponen a trabajar por la recuperación de la democracia en Chile poniendo su arte al servicio de la solidaridad internacional con nuestro país.
Una gran cantidad de organizaciones se dispusieron a trabajar solidariamente con la causa chilena, no sólo en Europa, sino también en América y los otros continentes: la Casa de Chile en México, el Comité Antifacista de Solidaridad con Chile en La Habana, Chile Democrático en Roma, Comité de Solidaridad de Caracas, Comité Sindical Chile de Bruselas, por nombrar algunas.
A partir del año uno del golpe, la actividad de los artistas exiliados se multiplicó y los músicos realizaron sus presentaciones principalmente como actos de militancia, jamás perdieron de vista el hecho de que un concierto podía ser un factor de agitación de la solidaridad con Chile y su pueblo.
Fueron verdaderos mensajeros del drama que se vivía en Chile y al mismo tiempo mensajeros de la voluntad democrática de los chilenos. Crean nuevas canciones donde la denuncia y los homenajes a Salvador Allende y Víctor Jara son coreados en distintas lenguas e idiomas. La Nueva Canción Chilena vuelve a florecer en el exilio.
Sin desarmar maletas, con la nostalgia a flor de piel y con la decisión inclaudicable de trabajar por el fin de la dictadura también desde la canción, la Nueva Canción Chilena y sus artistas, sin proponérselo, deja su huella por todo el mundo y Chile pasa a ser un referente musical obligado para los estudiosos y melómanos de otras latitudes.
fuente : el siglo

V. LA ARENA TRAICIONADA ( CANTO GENERAL )



LOS ENEMIGOS

Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo
          exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

Por esos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.

Para los que de sangre salpicaron la patria,
pido castigo.

Para el verdugo que mandó esta muerte,
pido castigo.

Para el traidor que ascendió sobre el crimen,
pido castigo.

Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.

Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.

       No quiero que me den la mano 
       empapada con nuestra sangre.
       Pido castigo.
       No los quiero de embajadores,
       tampoco en su casa tranquilos,
       los quiero ver aquí juzgados
       en esta plaza, en este sitio.

       Quiero castigo.

Pablo Neruda