CHILE

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sábado, 1 de junio de 2013

¿UN "FANTASMA" RECORRE EL MUNDO?

“Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del comunismo” dice el “Manifiesto del Partido Comunista” o simplemente “Manifiesto Comunista” (1848), pieza clave del pensamiento político contemporáneo, al analizar lo que estaba ocurriendo en esos años.
Un siglo más tarde, el filósofo francés Jean Paul Sartre sostenía que “toda la historia del pensamiento contemporáneo no es más que un diálogo con el marxismo”, al que a pesar de su postura crítica en muchos aspectos caracterizó como “la insuperable filosofía de nuestro tiempo”, “el humus de todo pensamiento particular y el horizonte de toda cultura”.
Pero ese “fantasma” o “espectro”, según la traducción que se adopte, no sólo sigue atemorizando a las clases dominante de las sociedades capitalistas, sino que es esgrimido por ellas como la suprema amenaza a la sociedad… cuando son sus estrechos intereses los que ve en peligro.
En estos días, ese fantasma es revivido entre nosotros a propósito de la soberana decisión del Partido Comunista de entregar su apoyo a la candidatura presidencial de Michelle Bachelet.
Desde la derecha, nada nuevo bajo el sol… Con la única particularidad de que no pueden atribuir al PC chileno conducta alguna lesiva a los intereses del pueblo, lo que significa los intereses nacionales.
En sus 100 años de vida, el Partido Comunista de Chile ha bregado incansablemente, y aun en medio de incomprensiones, por la más amplia unidad para hacer frente a los grandes desafíos de la historia. Al contrario de todos los otros partidos políticos chilenos, los actuales así como sus ancestros, jamás complotó contra la soberanía popular, nunca se inscribió entre los golpistas y ni siquiera por omisión dejó de cumplir sus deberes para con la democracia.
Es falsa y de falsedad absoluta la afirmación de que el Partido Comunista nunca ha contribuido a las grandes causas enarboladas por el país. Ello, a menos que se tenga por “malas causas” la liberación del campesinado oprimido, que condujo al proceso de Reforma Agraria; o la defensa de nuestras riquezas naturales, cuyo punto más alto hasta hoy lo constituye la Nacionalización del Cobre; o la defensa de los derechos de los trabajadores, como lo atestigua su constante adhesión a su unidad sindical, expresada en su apoyo constante y participación protagónica en las centrales sindicales que constituyen el más rico patrimonio de  esa clase social; o su aporte a través de innumerables expresiones colectivas además de la contribución personal de figuras señeras al arte y la cultura, lo que es decir a nuestra identidad de pueblo y nación; o su participación sin renuncios en los procesos democratizadores, ya fuera en la lucha por el sufragio universal y en particular de la mujer, en la proscripción del cohecho directo en los procesos electorales, o en el rechazo a toda intentona golpista así como en su decidida resistencia a toda dictadura o tendencia a estrechar el ámbito de los derechos ciudadanos.
Pero el eco de la decisión del Comité Central del PC en esta coyuntura electoral también resuena desde otros sectores. Al parecer, esa curiosa concepción de una “democracia participativa” requiere de la confinación de los partidos de raigambre obrera y popular, como es el caso del comunista, a un papel “testimonial”; “marginal, en el fondo. Y ésa es no sólo una pretensión ilegítima sino, y esencialmente, una manifestación de oportunismo político al no abordar consecuentemente el problema de fondo, que no es otro que la contradicción, insalvable en los marcos de la institucionalidad heredada de la dictadura, entre el neoliberalismo hoy imperante y la democracia como patrimonio y aspiración de las mayorías.
Las “razones” del Partido Comunista para apoyar la candidatura presidencial de Michelle Bachelet están expuestas en este número del semanario de manera amplia y suficiente. El PC ha hecho un uso responsable de su derecho, que toda una tradición identifica con sus deberes. Ahora, la palabra la tiene el pueblo, al que acudirá cada uno con sus argumentos, su historial y la coherencia demostrada en su trayectoria pasada y reciente.
FUENTE : EDITORIAL DE "EL SIGLO"