CHILE

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viernes, 23 de octubre de 2015

IX. QUE DESPIERTE EL LEÑADOR ( CANTO GENERAL )

VI

PAZ para los crepúsculos que vienen, 
paz para el puente, paz para el vino,
paz para las letras que me buscan 
y que en mi sangre suben enredando 
el viejo canto con tierra y amores, 
paz para la ciudad en la mañana 
cuando despierta el pan, paz para el río 
Mississippi, río de las raíces:
paz para la camisa de mi hermano, 
paz en el libro como un sello de aire,
paz para el gran koljós de Kíev, 
paz para las cenizas de estos muertos 
y de estos otros muertos, paz para el hierro 
negro de Brooklyn, paz para el cartero 
de casa en casa como el dia, 
paz para el coreógrafo que grita 
con un embudo a las enredaderas, 
paz para mi mano derecha, 
que sólo quiere escribir Rosario:
paz para el boliviano secreto 
como una piedra de estaño, paz 
para que tú te cases, paz para todos 
los aserraderos de Bío Bío, 
paz para el corazón desgarrado 
de España guerrillera:
paz para el pequeño Museo de Wyoming 
en donde lo más dulce
es una almohada con un corazón bordado, 
paz para el panadero y sus amores
        y paz para la harina: paz 
        para todo el trigo que debe nacer, 
        para todo el amor que buscará follaje, 
        paz para todos los que viven: paz 
        para todas las tierras y las aguas.

Yo aquí me despido, vuelvo 
a mi casa, en mis sueños, 
vuelvo a la Patagonia en donde 
el viento golpea los establos 
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos, 
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros 
y los soldados mandan a los jueces. 
Pero yo amo hasta las raíces 
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces 
allí quiero nacer, 
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur, 
de las campanas recién compradas. 
Que nadie piense en mí. 
Pensemos en toda la tierra, 
golpeando con amor en la mesa. 
No quiero que vuelva la sangre 
a empapar el pan, los frijoles, 
la música: quiero que venga 
conmigo el minero, la niña, 
el abogado, el marinero, 
el fabricante de muñecas, 
que entremos al cine y salgamos 
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar 
y para que cantes conmigo.

Pablo Neruda