CHILE

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jueves, 15 de mayo de 2014

"EN LA ESPERA DEL MENSAJE PRESIDENCIAL "

Pocas veces un Mensaje Presidencial del tradicional 21 de Mayo ha sido esperado con tanto interés, y ello obedece a fundadas razones.

Se trata, en esta ocasión, de un ejercicio inevitable: la contrastación, inevitable, de los compromisos asumidos en la campaña presidencial y lo obrado en estos pocos meses desde la presidencia de la república por la mandataria Michelle Bachelet.

Y este balance no será mezquino, como lo certifican los proyectos de ley ya en trámite parlamentario, y los que serán sometidos al debate de diputados y senadores hasta y desde ese simbólico 21 de Mayo, así como varios actos administrativos que hablan con elocuencia de un cambio de consideración.

Las expectativas son más que justificadas: sin que se deba hablar de una “refundación”, como se acusa desde la retaguardia profunda de la vieja derecha, lo innegable es que el no por ampliamente justificado menos “ambicioso” programa de la Nueva Mayoría constituye el paso más avanzado desde el retorno a la democracia.

Prácticamente no hay sector social que no esté comprometido o implicado en las reformas contenidas en el accionar ya en marcha de la nueva administración.

Unos, los más, porque están en juego sus intereses, necesidades y anhelos más profundos, que hallan su lugar tanto en la reforma tributaria como en los cambios que hoy se presentan como impostergables de los modelos educativos en vigor, los derechos laborales y el sistema previsional, junto a una reforma electoral que otorgue racionalidad a la representación ciudadana en los órganos de poder. Otros, los menos, porque en su desmedido afán por atrincherarse en sus privilegios no escatimarán recursos, incluso los más ilícitos, por oponer un dique de contención a los cambios plebiscitados por la ciudadanía en los últimos comicios parlamentarios y presidenciales.

Se abre paso la convicción de que una reforma política de fondo es la única vía para poner en su lugar la necesaria articulación de “lo político” y “lo social”. Y no lo social “versus” lo político, discusión a la que parte considerable de nuestro país se ha visto arrastrada tanto por el accionar demagógico de la derecha como por incomprensiones derivadas, inevitablemente, del agudo divorcio entre demandas justas del pueblo -jóvenes, pobladores, usuarios de la salud, entre otros- y una autodenominada “clase política” que no supo o no quiso hacer suyas las oportunidades para avanzar en las correcciones que el periodo post dictadura imponía incluso como un deber ético.

Las expectativas son muy altas, y también son muchos los obstáculos derivados de la naturaleza misma de los cambios propuestos. La fuerza de las mayorías deberá ejercerse desde la realidad social y deberá tener su correlato en la representación parlamentaria elegida precisamente en función del programa convenido.

La natural impaciencia de millones de chilenas y chilenos que ni siquiera hacen uso de su derecho a voto, no debiera ser objeto de descalificaciones ni desconfianzas, sino encauzada a partir de las comprobaciones, evidentes para todos, de que los compromisos asumidos están en vías de cumplimiento.

Si la Nueva Mayoría, liderada y dirigida por la presidenta Michelle Bachelet, logra recuperar las confianzas perdidas haciendo del poder un ejercicio democrático de participación real y no sólo discursiva, le habrá prestado un servicio enorme y de insospechada trascendencia al país y su gente.

El escenario está abierto y que las señales positivas se amplíen y profundicen, es una perspectiva que todo hace presumir posible. De ello depende nuestro futuro.

FUENTE : EDITORIAL DE EL SIGLO