CHILE

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viernes, 28 de noviembre de 2014

" CONTRADICCIÓN DE CONTRADICCIONES ..."

“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, reza un viejo precepto bíblico. Alusión a la inutilidad de los esfuerzos humanos, pues todo se disolvería en el tiempo y nada de lo que el hombre se proponga tendría su permanencia asegurada.
“Contradicción de contradicciones y todo contradicción”, podría responderse desde esta encrucijada nuestra de espacio y tiempo, al considerar cómo se traban y se entraban deseos y circunstancias, propósitos y obstáculos para el avance de nuestros más o menos bien fundados y argumentados anhelos.
Y es que la “contradicción” forma parte de nuestra realidad, y está incluso en cada uno de los que actúan en la esfera pública –pues de eso queremos tratar en esta página.
Difícil resulta, en más de una ocasión, moverse en un escenario tan complejo como el actual. Fuerzas antagónicas, “diversidad” dentro de las coaliciones; complejidad propia de reformas que apuntan al centro de un modelo agotado, pero para el cual no hay una “salida única”; cruces de ideales e intereses. Y surge la pregunta de si es posible, y cómo, identificar el punto de convergencia para partir de allí a la realización del programa aprobado por el país.
Nos “contradicen” en nuestra intimidad –“mismidad”, decía Miguel de Unamuno- la certeza y la duda, la esperanza y la sospecha de que algo pudiera no estar suficientemente “legitimado”, calculado, considerado, planificado.
Pero si esta incertidumbre nos asalta en tanto individuos, con mayor razón nos asedia cuando integramos un colectivo, compartiendo premisas y objetivos, formas y expresiones de un recorrido “ciudadano” -pues de eso queremos tratar en estas líneas.
Y con cuánta mayor razón esta “contradicciones de contradicciones” se manifiesta cuando de conjuntos heterogéneos se trata. Es decir, cuando de una cierta unidad se pasa, se sube, a un “conglomerado” por naturaleza plural y se pueden abrir las compuertas del drama.
Y, sin dejar de consignar el grado más avanzado -“extremo”, podría nombrárselo- cuando la mirada se extiende hacia el conjunto de la sociedad y la “contradicción” ya no es entre un conjunto de “mismidades” sino entre grupos de intereses abiertamente contrapuestos y necesariamente hostiles, y la historia arriesga adoptar formas de tragedia.
Aterrizando en nuestro presente, conflictivo y difuso a todo diagnóstico en blanco y negro, no estará demás aceptar esta “contradicción de contradicciones” y hacer un intento riguroso de buscarle no ya “el cuesco a la breva” pero sí la coherencia a la real o aparente conflictividad.
¿Hemos entendido, todos, lo mismo cuando de ciertas “reformas” hemos hablado? ¿Venimos todos del mismo punto de partida y apuntamos todos a las mismas metas?
No, se dirá… y sin embargo ha existido la capacidad de compartir un diagnóstico y concordar en la urgencia de aplicar cambios que vayan más allá de los paliativos que se pudiera hallar en cualquiera botica del ayer.
Aceptar la “contradicción de contradicciones” ¿implica una renuncia a desatar sus nudos para plegarse sumisamente a razones no compartidas? No, ciertamente. Y todo nos dice que cada uno de los términos de esa contradicción –en nuestro caso, los actores sociales y políticos, así, no disociados- habrá de persistir pero siempre buscando como fuente de inspiración aquel momento de concordancia en que se realizó una síntesis que, volviendo a nuestro escenario, se llamó Programa, Programa de la Nueva Mayoría.
Hacer política desde la aceptación de la diversidad, ¿será necesariamente una renuncia a los principios de cada cual?
Hacer política desde las convicciones, la naturaleza y los intereses de cada cual, ¿será necesariamente un rasgo de intolerancia e inmadurez?
Tal vez, habría que convenir aunque más no sea de manera provisoria, lo único no deseable, e incluso inaceptable, es que los postergados de siempre deban renunciar a protagonizar su propio presente, única forma de garantizar su futuro.

FUENTE :EDITORIAL DE " EL SIGLO"