CHILE

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jueves, 18 de abril de 2013

VENEZUELA AL DIA CON LA HISTORIA


Era una apuesta difícil: fallecido el “líder natural” de la Revolución Bolivariana, no era fácil reagrupar las fuerzas y continuar la
senda sin tropiezos. Es cierto que el propio presidente Hugo Chávez había indicado el camino y presentado a su pueblo a quien
sabía indicado, por vocación y probada capacidad, para garantizar y profundizar el proceso de transformaciones profundas que
tantos beneficios han reportado a su pueblo y a su país.
Pero, las grandes ausencias se hacen notar y ello tal vez explique el que en esta contienda electoral el apoyo ciudadano no
haya alcanzado los altísimos niveles que acompañaron invariablemente la gestión del comandante bolivariano.
Pero estaba, además, como plato fuerte de la derecha venezolana, el despliegue de una campaña del terror que, todo parece
indicarlo, se agudizará en los meses y años venideros y cuyo antecedente lejano, cronológica y geográficamente, es dable
hallarlo en la experiencia chilena.
Se empeñaron en ello todas las fuerzas retardatarias, y no sólo de su país y América Latina, sino de todo el mundo
dominado por los grandes intereses transnacionales, cuya sede -todos lo sabemos- se encuentra en la Casa Blanca y
sus inmediaciones. Se trataba de mostrar como algo “anti natura” que una nación “periférica” se
mostrara celosa de sus prerrogativas soberanas, dispusiera libremente de sus riquezas naturales y se enfocara
decididamente en apoyo y promoción de sus sectores sociales más golpeados por el capitalismo salvaje que ha impuesto el
modelo neoliberal. Tampoco ha sido ajena a estas actitudes conspirativas de la derecha universal lo que se ha estimado “pretensión
indebida” del régimen venezolano de practicar una política internacional de integración latinoamericana y caribeña y
una conducta coherente en relación a los grandes contradicciones y conflictos que hoy sacuden al mundo.
Los mismos que -descaradamente, hay que decirlo- despliegan desde las artilladas fortalezas de sus medios de comunicación
sus pautas a la gran mayoría de la prensa escrita, la televisión y otras formas modernas de librar la lucha ideológica, han
tenido el desparpajo -como lo hacen en los casos de Ecuador o Argentina- de armar un indignado coro en defensa de su “sacrosanta
libertad de expresión”.
A la hora de la confrontación de clases e intereses de las grandes potencias y los simples estados nacionales celosos de su continuidad y prerrogativas, no hay cuidado por el decoro ni la menor señal de vergüenza para falsificar, deformar e instalar sus propias versiones con la fuerza de las verdades reveladas. Y por eso este triunfo de Nicolás Maduro es no sólo legítimo sin también
esperanzador. Porque se ha obtenido en medio de poderosas fuerzas desencadenadas y apoyadas por los más siniestros e
influyentes poderes del globo.
Lo que vendrá en la hermana nación bolivariana, todo parece presagiarlo, es una acrecida “Campaña del Terror”
destinada a erosionar la base social y política de la administración del presidente Nicolás Maduro. Pieza clave en ello será
la destrucción de la imagen de Hugo Chávez hasta desarraigarlo del afecto y el reconocimiento de millones de sus compatriotas.
Tienen experiencia en ello: estrategias de acaparamientos, especulación, formas variadas de sabotaje, millonarias campañas de mentiras y desprestigios ya han sido practicadas en otros tiempos y otros espacios. Los chilenos, bien lo sabemos. Y nada es
más efectivo para contrarrestarlas que la defensa y divulgación de la desnuda verdad.
Desde hoy, como en el caso de otras naciones hermanas, la defensa de la Venezuela popular y democrática es una
causa de todos los pueblos.
FUENTE : EDITORIAL DE "EL SIGLO"