CHILE

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miércoles, 1 de abril de 2015

EN EL HOMBRE DEL PADRE .( Fernando Villagrán))

Víctor Díaz López nació en Ovalle el 10 de noviembre de 1919 y murió en una fecha escondida por sus asesinos … dicen que a comienzos de 1977. De su largo y cruel cautiverio en el cuartel Simón Bolívar de la DINA —un infierno desde el cual ningún prisionero salió con vida— solo pueden hablar ex agentes del Estado, entrenados para torturar, matar y mentir. Con todo, lo que narra el autor de esta acuciosa investigación es una historia de vida: la que transitó Víctor Díaz desde niño quien pudo cursar hasta tercero de Preparatoria obligado a trabajar para ganarse el pan de los suyos. Minero adolescente, obrero autodidacta, joven dirigente sindical en el Norte Grande optó por una temprana militancia en el Partido Comunista liderado por Elías Lafferte. Fue una vida intensa, marcada por la larga clandestinidad en tiempos de la Ley Maldita y por la más riesgosa de los primeros años de dictadura, cuando estuvo a la cabeza de la dirección de su partido hasta ser secuestrado por la DINA el 12 de mayo de 1976.
EN EL NOMBRE DEL PADRE es también un conmovedor relato íntimo, aquel que Víctor Díaz compartió con Selenisa Caro, joven católica y su temprano amor nortino. Un vínculo marcado por sobrecogedores episodios, que se haría indestructible y se proyectó en la vida de Victoria, Viviana y Víctor, sus hijos, quienes durante largas décadas desafiaron con valentía la mentira oficial, protagonizando capítulos estremecedores para aproximarse a la verdad y ansiada justicia.
Este libro entrelaza la historia de Chile de agitadas décadas con la cotidianidad desconocida de un protagonista de momentos decisivos, así como la de decenas de mujeres y hombres que llenan de emoción estas páginas. Una historia colectiva que siguen compartiendo con miles de familiares de detenidos desaparecidos.
Extracto:
CAPITULO 7
LOS TIEMPOS DE HORIZONTE
Después de conseguir trabajo como obrero en una imprenta de calle Vergara. cerca del centro de Santiago, el año 1951, Víctor ingresó a la imprenta Horizonte, de propiedad del Partido Comunista, donde, entre otras publicaciones, se imprimía el diario El Siglo. Allí aprendió bien el oficio vinculado a las linotipias, pasando por diferentes secciones de la empresa, asumiendo también responsabilidades sindicales, hasta ocupar el cargo de jefe de producción,
Américo Zorrilla, otro de los dirigentes históricos del PC que du¬rante el gobierno de la Unidad Popular llegaría a ocupar el cargo de ministro de Hacienda y que posteriormente formó parte de la dirección clandestina del PC en los primeros artos después del gol pe de Estado de 1973 conoció a Víctor Díaz en sus labores en esa imprenta:
Desde 1952 nos correspondió trabajar jautos en la empresa editora "Horizonte". Sacar adelante y mantener en buen pie la empresa que imprimió el diario del Partido exigía superar dificultades de toda naturaleza. Pude apreciar cómo Víctor Díaz, formado como minero y dirigente político, se transformaba rápidamente en un técnico de alta calificación en la compleja industria gráfica., Audazmente, lo dirección del Partida lo nombró Jefe de Producción, lo que significaba dejar en sus manos el funcionamiento de talleres cuyas tareas eran múltiples y difíciles. Con aquella vieja rotativa, que ya tenía varios decenios de servicios, y con uno decena de linotipias no muy nuevas, se sacaban dos diarios. El Siglo y Ultima Hora, lo revista Vistazo y durante un período, también Ercilla, además de una serie de publicaciones gre¬miales. Cada día de lo semana se imprimía una revista distinta. Y toda la organización de turnos de trabajo, distribución de equipos, plani¬ficación de las tareas por cada sección, para cada compañero para………

El autor:
Fernando Villagrán(Santiago, 1949) es economista(Universidad de Chile) y periodista(Universidad de Santiago)
En 2003 recibió el premio Altazor.Ese mismo año publicó, en coautoría con Marcelo Mendoza:La muerte de Pinochet:Crónica de un delirio. En 2005 Represión en Dictadura.El papel de los civiles(coautoría con Manuel Délano,Manuel Salazar y Felipe Aguero). En 2011, Simón Rodríguez: Las reflexiones del educador americano que vence el paso de los siglos(Catalonia).
En 2013, publicó la edición aumentada de Disparen a la Bandada. Crónica secreta de los crímenes en la FACH contra bachelet y otros. (Catalonia).
Fur subdirector y gerente de revista APSI (1983-1995). Desde 1996 conduce el programa cultural de televisión Off The Record(actualmente emitido por Canal 13C).Es coguionista y productor del documental El Diario de Agustín.

MUNICIPIOS Y DESAFÍOS EN GESTIÓN DEL RIESGO .

/ Los lamentables hechos que se enmarcan en las fuertes lluvias que han caído en la zona Norte y Centro del país, nos hacen reflexionar una vez más sobre los riesgos a los cuales estamos afectos al vivir en Chile.
A lo largo de esta “loca geografía”, se presentan una serie de eventos que desestabilizan nuestro cotidiano vivir. En este caso son fuertes lluvias, nada menos que en el desierto más árido del mundo. Y es esta coyuntura la que nos vuelve a recordar lo propenso que somos a incendios forestales, terremotos, tsunamis, volcanismo, derrumbes, aludes, crecidas de ríos, entre otros.
Lo lamentable de esto no es que vivamos en un país con inminentes riesgos, sino que no nos pre-ocupamos de aquello. Ninguno de los eventos mencionados anteriormente es nuevo en la historia de nuestro país, ninguno es algo que “no se podía prevenir” o a lo menos “amortiguar”.
Cada vez que alguna de estas tragedias ocurre, las muestras de solidaridad se expresan a lo largo del país (y de la Región), cosa que no deja de ser necesaria, ya que ha quedado demostrado que muchas veces las capacidades del Estado (más allá de quien lo gobierne) se ven sobrepasadas por las coyunturas. Es por esto que no podemos quedarnos simplemente en una crítica vacía y simplista a la respuesta estatal hacia las emergencias o, como lo hacen otros, esperando algún beneficio político.
Para llegar a las propuestas necesarias que hagan de la crítica un aporte, hay que adentrarse en las políticas de gestión del riesgo en nuestro país. Es así que aparecen dos factores fundamentales.
En primer lugar, la falta de una institucionalidad adecuada, que dialogue en todos sus niveles y que sea capaz de generar los grados de sinergia necesarios para estar a la altura de las situaciones que lamentablemente vive nuestro país de forma periódica.
En segundo término, la lógica de actuar cuando son emergencias y no amenazas. Esto nos lleva a entender que no basta solo con crear nuevas instancias o más recursos (cosa que no deja de ser importante). Esto requiere un cambio de visión, de paradigmas respecto a la gestión del riesgo. Dicho debate debe ser profundo, reformando estructuras y visiones de país, pasando por la misma Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior (ONEMI), la cual precisamente es una Oficina de Emergencias, y hasta el otro extremo donde tenemos a la institucionalidad más visible del Estado, los Municipios. Quienes se les atribuye la responsabilidad (sin el traspaso de recursos necesarios) de gestionar el riesgo en sus comunas.
En la gestión municipal se entiende que el riesgo está definido en las Zonas No Edificables declaradas en los Planes Reguladores. Esto ya presenta varios problemas. En primer lugar, los Planes Reguladores son urbanos, salvo en el caso de los instrumentos intercomunales que en su estudio deben identificar las zonas de riesgo del área rural pertinente. Entonces, según esta lógica, el riesgo solo existe en las comunas con Planes Reguladores Intercomunales (PRI) y en las áreas urbanas donde exista un Plan regulador Comunal (PRC). ¿Y qué pasa con el resto del territorio? También hay que tomar en cuenta que alrededor del 30% de las comunas no tiene PRC, por otra parte, los que existen pueden estar desactualizados incluso por décadas.
Un detalle no menor, es que la legislatura sobre el riesgo es relativamente nueva (alrededor de 20 años) y bastante dinámica. Recién para el 27F se incluyeron a las inundaciones por tsunamis como “zonas de riesgo” y a raíz de la tragedia de Valparaíso el año pasado comenzó recién la discusión sobre las zonas propensas a incendios. Esta evidente carencia de identificación del riesgo es la más grande vulnerabilidad que vivimos como país frente a las amenazas latentes.
Si bien todos sabemos que los femémonos que se viven no son “accidentes” naturales, las normas urbanísticas siguen siendo flexibles frente a la presión del mercado, donde por abaratar costos se construyen puentes que cada cierto tiempo se inutilizan (“de aquí a que el rio Copiapó crezca, ya no estaremos aquí”), techos que no están diseñados para soportar ni un poco de lluvia (“¿para qué gastar en techos si en el desierto no llueve?), poblaciones enteras en altas pendientes (en el Norte aun no se olvidan de los aludes del ´91). Lamentablemente son las normas las que se adecuan a las grandes inmobiliarias y constructoras, y no al revés.
Ahora bien, el problema fundamental de que el riesgo recaiga en las Municipalidades es la gran asimetría en términos de recursos y de dimensiones que presentan las Comunas a lo largo del país. El autofinanciamiento de estas es la que condiciona la calidad, la frecuencia y lo riguroso de los estudios que dan origen a los Planes Reguladores y por consecuencia a la identificación de riesgos.
Las catástrofes que sufren nuestros compatriotas en las zonas afectadas son mera consecuencia de una escasa o nula planificación de los asentamientos y la falta de normas adecuadas que vayan en el sentido de la protección y el buen vivir y no en beneficio del mercado.
Aunque es importante una reformulación profunda también es posible avanzar en el mediano y corto plazo, utilizando la institucionalidad que existe, pues si bien los PRC no cubren todo el territorio comunal se pueden utilizar los Planes de Desarrollo Comunal (PLADECO), los cuales a pesar de ser simplemente indicativos, tienen competencia en toda la comuna, así también pueden gestionarse Circulares y Ordenanzas a nivel local que regulen de forma transitoria los riesgos y las normas de construcción, a la espera de que la discusión nacional de las reformas necesarias que el país necesita en términos de planificación.
Hoy son los Municipios los que se ven sobrepasados en el modo de tratar los riesgos, pero es el Estado en su conjunto quien debe hacerse cargo, transfiriendo no solo responsabilidades a las comunas sino que recursos, creando instancias de planificación y gestión que superen las divisiones administrativas actuales (que dicho sea de paso, no responden a las estructuras territoriales idóneas para la gestión del riesgo), comprendiendo que para la gestión del riesgo es necesaria dar la discusión de cara a la gente, pues son ellos quienes finalmente vivirán allí. Por último es necesario entender que no podemos poner en la balanza ahorro económico de empresas por una parte y la vida de las personas por otra. Hacer caso omiso de la gestión del riesgo en nuestro país, es seguir esperando con los dedos cruzados un nuevo desastre

Paolo Alarcón. Encargado Programa Municipio y Territorio. ICAL/ .

fuente : ical