CHILE

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viernes, 1 de agosto de 2014

" PALESTINA , LA REPETIDA BARBARIE"

¿Cuánto vale una vida humana? ¿Cuánto, para su “portador”, ese ser único e irrepetible, y cuánto para los suyos: sus padres, hijos, hermanos, amigos, compatriotas?
¿Cuánto valen las “causas” que movilizan a los hombres y mujeres, a los jóvenes de países y ciudades, a lo largo del planeta?
¿Cuánto valen las bombas, los proyectiles que matan a personas y destruyen construcciones viejas a veces de generaciones y que guardan entre sus muros testimonios irrenunciables de la historia?
Se acelera la historia en esta época nuestra, que ha visto surgir y derrumbarse sistemas de garantizada solidez.
Tras el aparente caos de las ideologías –caos sólo aparente, pues se hallan ellas fundadas en datos esenciales y permanentes- subyacen y persisten los poderosos instintos fundantes de la humanidad: el de conservación, el de coherencia y el de dignidad.
Insolventes y sólo pasajeras se nos aparecen las “razones de la geopolítica”, sobre todo si se considera que los datos de soberanías y fronteras no son el fruto de realidades inconmovibles e indiscutibles, sino apenas el resultado de acuerdos y desacuerdos entre partes “demasiado humanas”.
Se dice hoy que el “conflicto palestino-israelí” sólo puede tener una “solución política”. Desgraciadamente, tal discurso es repetido cada vez que sobre el suelo palestino se ha desatado una nube destructiva que no respeta espacios ni vidas humanas.
La humanidad se halla conmovida, pero eso, por sí solo, no basta. Las enormes ventajas de que dispone la fuerza armada de un Estado al enfrentarse -es un decir “enfrentarse”- a las expresiones semi artesanales de un Estado incipiente y negado, no permiten otro pronóstico que más muertes y destrucciones.
El apoyo de que disfrutan los halcones de Israel y la, al menos en apariencia, prescindencia del entorno árabe de la región, no hacen sino acentuar la denunciada “desproporción” de las partes en conflicto.
Todo indica que una vez más nos hallamos ante el fracaso del llamado “sistema internacional”, coronado por la ONU.
Valen más los intereses de los grandes consorcios armamentistas que los llamados humanitarios.
La pregunta no es cuándo y mediante qué presiones cesará el ataque a una comunidad casi inerme, sino cuándo y en qué condiciones volverán a reproducirse episodios tan luctuosos como el que estamos presenciando.
Si el mundo no toma conciencia aguda y urgente de lo que subyace bajo las arenas de Gaza, toda condena será formal y la hipocresía volverá a imponerse en lugar del compromiso serio y eficaz paras poner coto a la barbarie desencadenada.

FUENTE : EDITORIAL DE "EL SIGLO"