CHILE

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domingo, 19 de mayo de 2013

ELÚLTIMO MENSAJE AL PAIS

Nadie debería sorprenderse ni, mucho menos, ofenderse o sentirse ignorado. No es  momento para ello. El presidente ocupa por última vez en su mandato la más alta tribuna republicana para dirigirse al país, y es natural que lo que intente sea una retrospección y una introspección. En otras palabras, un balance de los casi 4 años transcurridos y una mirada al interior de su conciencia para desde allí dirigirse a sus compatriotas y dar fe tanto de sus esfuerzos, éxitos y frustraciones o fracasos, como de lo bien fundado de sus intenciones. Nada más justo y más legítimo.
Es de temer que tras la debacle de “el mejor censo de la historia”, no se inhiba de insistirnos sobre “el mejor gobierno de la historia”. Pero es de temer que nos vuelva a ofrecer “verdades” tan insostenibles como “la eliminación del 7%” en las pensiones”; o la creación de cientos de miles de puestos de trabajo, con omisión del “pequeño detalle” de su precariedad. Y no faltarán los alegatos fundados en algunos bonos oportunistas y hasta “tropicales”, como el “Bodas de Oro”, más dignos de algún patriarca del “boom” de la novela hispanoamericana que de un ejercicio responsable de la jefatura de un Estado “moderno”.
Se regocijará en el manido expediente de los cientos de miles de estudiantes universitarios “de primera generación”, omitiendo tanto la “calidad” de las nuevas “universidades” como los elevados índices de deserción y la consiguiente frustración de cientos de miles de jóvenes que, objetos de un irresponsable ejercicio “benefactor” de claro corte oligárquico, no han cosechado sino deudas.
Se halagará el mandatario de los prodigiosos “avances” de la reconstrucción tras el terremoto de febrero de 2010, pero todos tenemos a la vista las condiciones de vida de miles de sus víctimas, así como el fracaso de sus recurrentes “operaciones campamento”.
Si algo ha cambiado en el Chile del cuatrienio piñerista, es la convicción cada vez más nítida de que los patrones y gerentes convocados a gobernar con el ex gerente del Banco de Talca y creador o al menos principal beneficiario del sistema de tarjetas de crédito en gran escala, “no daban el ancho” o, más bien, habían llegado a ocupar ministerios y jefaturas de servicio –cierto es que con honrosas aunque muy pocas excepciones- sólo para profundizar el modelo privatizador y mantener lo esencial del modelo dictatorial.
La prestación mediática del presidente de la república será seguida con dramático interés por quienes postulan a sucederlo “para continuar la obra de la Alianza”. Y allí radicará en gran parte la trascendencia de un balance de la derecha tras los 20 años –el período concertacionista- en que estuvo alejada de La Moneda aunque haya que reconocer que bien supo arreglárselas, entonces, para no perder influencia decisiva ya fuera a través de la política de “los  consensos” como del peso indudable de una institucionalidad asentada en el binominal, los “quórum calificados”, el Estado subsidiario y otras argucias ampliamente documentadas en el Plan Laboral, la invención de las “concesiones plenas” para anular en los hechos la gesta ciudadana de la nacionalización del cobre, y las esforzadas privatizaciones que han transformado este país en el paraíso de la impunidad económica y financiera.
Si todo vuelve a los cauces de la racionalidad cívica, es presumible que vuelvan a pasar muchos años antes de que otro exponente de la derecha vuelva a dirigirse al país en condición de Jefe de Estado. Asistiremos, pues, este 21 de Mayo, a una suerte de ejercicio entre nostálgico, para algunos, y dramático para quienes han recogido durante este cuatrienio la dura cosecha de un régimen de insensibilidad social, de violencia, soberbia y egoísmo de clase.
Al “Adiós, general” que comenzó su recorrido gozoso por nuestras calles ya a la noticia del apresamiento del delincuente mayor en Londres, agreguemos desde hoy un “Adiós, piñeral”…
 
FUENTE :EDITORIAL DE "EL SIGLO"

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