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martes, 24 de marzo de 2015

PABLO NERUDA , EL MILITANTE COMUNISTA .(ALEX SOZA ORELLANA )

Innumerables son los artistas e intelectuales que han militado en el Partido Comunista, y de la larga lista podemos nombrar, entre otros, a Pablo Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara, Francisco Coloane, Isidora Aguirre, Alejandro Lipschutz, Hernán Ramírez Necochea, Fernando Ortiz,  Volodia Teitelboim. De todos ellos sobresale nuestro poeta Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura, otorgado el 21 de octubre de 1971, hace un poco más de 40 años.
 Su ingreso y presentación  oficial  al Partido Comunista de Chile fue el 8 de julio de 1945, como lo relata Volodia Teitelboim: “A ninguno de los siete mil asistentes al Teatro Caupolicán de Santiago, nos extrañó el ingreso oficial de Pablo Neruda al Partido Comunista de Chile. Lo acompañaban en esa decisión una importante legión de los más conocidos artistas, intelectuales, nombres de primera magnitud en  la creación y el saber, que ese día dieron por culminado un proceso interior de formación de convicciones revolucionarias que les había dictado la vida y al cual no era ajena la influencia de Neruda, ejemplo del intelectual que asumía responsabilidades políticas como un desarrollo natural de su trayectoria y personalidad”.
Antes de su ingreso, Neruda ya venía trabajando con los comunistas y había sido elegido senador por Tarapacá y Antofagasta, provincias del norte grande. Neruda recuerda que ya de adolescente tenía sus inquietudes e interés en la lucha popular y relata también que su entrada  al Partido Comunista lo había decidido en su estancia en España, al ver que los luchadores antifascistas más honrados, más organizados y mejores eran los comunistas.
En su saludo al 7º Congreso de las Juventudes Comunistas de Chile, en septiembre de 1972, dice: “Yo era un hombre cuando entré a la familia de los comunistas chilenos. Había atravesado la soledad. Había sentido y comprendido tragedias, desdichas, catástrofes. Había pasado por guerras y derrotas, por golpes y victorias. Creía ya saberlo todo. Pero encontré dentro de mi Partido y andando por los pueblos, que tenía mucho que aprender y cada día hombres anónimos me dieron las mayores lecciones de sabiduría, de rectitud, de firmeza. Nadie debe creerse superior al partido. Este sentimiento de modestia no significa vasallaje, sino la superación personal, aprendizaje de una disciplina que nos conduce siempre a la verdad”.
Su candidatura a senador fue también algo inusitado, ya que, independientemente de sus convicciones, en su interior tiene que haber surgido el conflicto para aceptar tal compromiso social que  era la representación del pueblo nortino y ello significaba conocer a ese pueblo, sus problemas, sus intereses y la verdad del escenario, una de la regiones más duras desde el punto de vista geográfico y económico, zona desértica, de bravos mineros.
Gente curtida bajo el sol y sometidos a  brutal explotación, con una historia de heroicas luchas por mejoras de sus condiciones, zona donde nació y se organizó el movimiento obrero chileno, donde el maestro Luis Emilio Recabarren había desplegado los mejores esfuerzos de su vida, que culminaron con la fundación del Partido Obrero Socialista, hoy Partido Comunista de Chile. 
La dirección del partido le plantea  que la cultura del pueblo debe estar representada en el parlamento, que debe ser expresión de la unidad entre el obrero y el intelectual,  rememorando la importancia que Recabarren le daba  a la cultura y a la unidad de los trabajadores manuales e intelectuales, y que esto tampoco significaba que sería una figura pasiva, sino que el partido confiaba en su carácter combativo, humanitario y solidario.
Ante la impotencia con que se declaró en hacer discursos, hizo su campaña en versos. Tuvo la suerte de contar con la compañía de ese viejo y gran comunista, Don Elías Lafertte, combatiente de mil batallas en ese Norte Grande, sobreviviente de la Masacre de la Escuela Santa María de Iquique (1907), discípulo de Recabarren y allí en la Oficina Salitrera Sierra Overa fue que leyó su poema “Saludo al norte”, que era un discurso y el discurso era un poema:
Norte, llego por fin a tu bravío
silencio mineral de ayer y de hoy,
vengo a buscar tu voz y a conocer lo mío,  
y no te traigo un corazón vacío: 
te traigo todo lo que soy.  
Quiero oír también la voz sufrida,
la canción de la pampa removida
como el corazón del pampino,
vieja canción que aprieta la garganta
con un nudo de lágrimas que canta
las amarguras del destino.


El 4 de marzo de 1945, Pablo Neruda y Elías Lafertte ganaron las elecciones y fueron elegidos senadores de la república de Chile. En esos momentos  comienza a escribir sobre la verdad de América, sus raíces, su memoria, sus dolores y sus alegrías en esa magistral obra “Canto General”, que ve la luz en 1950 con un Neruda perseguido, excluido, difamado, desaforado, e indomable. El martes 6 de enero de 1948, el senador Pablo Neruda pronuncia su famosa requisitoria contra Gabriel González Videla que ha pasado a la historia como su “Yo acuso”. “A mí no me desafuera nadie, sino el pueblo”, sentenció.
Pablo Neruda siempre tuvo un gran cariño y admiración por el Partido Comunista, del que fue miembro de su Comité Central. Siempre que hablaba del partido lo hacía con orgullo, se sentía feliz de su condición de militante y de contradecir a sus enemigos, los que pensaban que la política mata la poesía. 
Recordamos su compromiso militante como poeta en sus versos “No me lo pidan”, de su obra “Canción de Gesta”, de 1960, que dedica a los libertadores de Cuba: Fidel Castro, sus compañeros y al pueblo cubano, a todos los que combaten por la libertad y la verdad amenazada desde Estados Unidos:

Piden algunos que este asunto humano 
con nombres, apellidos y lamentos 
no lo trate en las hojas de mi libros, 
no le dé la escritura de mis versos: 
dicen que aquí murió la poesía, 
dicen algunos que no debo hacerlo.

Y bien, si cuando ataco lo que odio 
o cuando canto a todos los que quiero 
la poesía quiere abandonar 
las esperanzas de mi manifiesto 
yo sigo con las tablas de mi ley 
acumulando estrellas y armamentos 
y en el duro deber americano 
no me importa una rosa más o menos: 
tengo un pacto de amor con la hermosura: 
tengo un pacto de sangre con mi pueblo.



Otra muestra de su consecuencia política, de su compromiso con el partido, fue cuando aceptó  ser candidato a la presidencia de la república en 1969: “Camaradas del partido, compatriotas de todo el país: Ya se sabe que el Partido Comunista ha proclamado su candidato presidencial. Soy uno de sus militantes y a mí me ha confiado esta misión. La acepto con el más absoluto desinterés, como comunista, como chileno, como hombre”. 
Dejó de lado todas sus actividades  y se lanzó de lleno en sacrificadas giras por  todo el país. Ya tenía 65 años de edad y algunas enfermedades, pero así y todo la candidatura fue intensa y prendió en la gente y fueron multitudes entusiasmadas las que lo esperaban en cada lugar. Hasta que se decidió la candidatura de Salvador Allende con la llamada Unidad Popular. Neruda conocía a Allende desde tiempos de sus primeros intentos por llegar a la presidencia y también lo acompaño en sus campañas presidenciales. Cuando el poeta gana el Premio Nobel, Allende habla por cadena: “Este galardón que incorpora a la inmortalidad a un hombre nuestro, es la victoria de Chile y de su pueblo y, además de América Latina”.
Pablo Neruda falleció de cáncer en la Clínica Santa María de Santiago el 23 de septiembre de 1973, a doce días del golpe militar que derrocó el gobierno de Salvador Allende. Sus funerales se realizaron en medio de un despliegue de fuerzas militares, carros blindados, soldados armados en disposición de combate. Fue  una ceremonia emotivamente triste, pero combativa y de una gran fervor revolucionario. 
Fue la primera manifestación contra la dictadura. La gente marchó hasta el Cementerio General, jóvenes, trabajadores, poetas y músicos, mujeres, acompañando al poeta que les había cantado y celebrado, haciendo de sus vidas, la de “los más sencillos”, un símbolo estético de valor universal en sus versos. Fue un gran homenaje a un gran chileno, a un entrañable militante de las causas justas, al combatiente por la vida en España y por la paz en el mundo, a un consecuente y ejemplar militante del Partido Comunista de Chile.

Alex Soza Orellana, secretario político del Coordinador del  PC de Chile en Cuba.

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