CHILE

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domingo, 29 de marzo de 2015

"¡ Y QUÉ FUE , Y QUÉ FUE ...!"

 “El rumbo estratégico del gobierno no se detiene”, aseveró el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, en el saludo que tuvo la gentileza de entregar al Pleno del Comité Central del Partido Comunista que se realizó el pasado fin de semana.
No es una novedad, ciertamente, pero no por ello menos significativa. Es que más allá de los oleajes que tienden a distraer la atención de lo central, lo sustantivo es esa decisión “republicana” de cumplir las promesas programáticas sobre las que la ciudadanía se pronunció en las elecciones presidenciales que llevaron a La Moneda, una vez más, a Michelle Bachelet.
Ese mismo espíritu fue lo que se reflejó en la masiva conmemoración de los 10 años transcurridos desde el fallecimiento de la líder comunista Gladys Marín, y de la que esta edición del semanario informa ampliamente.
Ocasión que no es exagerado calificar de “histórica”, al subrayar en ese marco de homenaje a la gran dirigente y luchadora la importancia de las reformas emprendidas por la Nueva Mayoría y que, junto a otras materias igualmente relevantes, fueron la tónica del discurso del presidente de la colectividad comunista, Guillermo Teillier.
En un escenario multitudinario que mezclaba fervor y madurez política, ante miles de militantes y amigos provenientes de regiones y comunas incluso muy lejanas, el Partido Comunista desplegó sus argumentos unitarios y trazó las que, en su opinión, son “las vigas maestras” del quehacer popular para los próximos tiempos, a la vez que abogó por la continuidad y profundización de los caminos elegidos para las grandes transformaciones que el país necesita y la ciudadanía activamente demanda.
Una “transfusión” de energías provenientes de las filas de su destacamento juvenil, garantiza al partido de Recabarren la continuidad de su ya centenaria trayectoria de servicio a los trabajadores y al pueblo, lo que es decir a todo Chile.
Un centenar de lúcidos y aguerridos militantes de las Juventudes Comunistas recibieron sus credenciales de militantes del destacamento de “los viejos”, y se disponen a aportar su “alegre rebeldía” para el mejor cumplimiento de sus ideales. En la emotiva ceremonia que tuvo lugar en el escenario del tradicional Teatro Caupolicán, destacaba como un símbolo de estos tiempos el “pase” al partido de una diputada de la república, la emblemática luchadora por la educación pública Camila Vallejo. Conciencia de sus valeres y aportes, así como modestia, características de este valioso contingente y de sus compañeras y compañeros que toman su relevo en las filas amaranto, para la imprescindible continuidad de un historial del que pueden legítimamente sentirse orgullosos.
Con ese acto, el Partido Comunista dio inicio a las labores que culminarán en su XXV Congreso Nacional, el que deberá asumir la responsabilidad de marcar las líneas de continuidad y profundización que se han denotado justas.
Una mirada solidaria y comprometida con las luchas de pueblos hermanos, marcó también el discurso central de la actividad realizada en la capital del país, de la que no estuvo ausente la exigencia de iniciativas descentralizadoras en el orden político, económico y administrativo que deberán aportar la necesaria cuota de racionalidad en la institucionalidad nacional.
Las demandas cada vez más activas y argumentadas por los derechos de las mujeres, de los pueblos originarios, de todas las llamadas “minorías”, de los jóvenes; y de los que aún se mantienen anclados, por motivos que por lo general escapan a sus propios deseos, en sus lugares de exilio.
Una mirada en profundidad al llamado “mundo del trabajo”, con la exigencia de una Reforma Laboral que ataque el corazón mismo del Plan Laboral de la dictadura, ocupó igualmente un lugar central en la exposición de los comunistas ante el pueblo de Chile.
La reafirmación de la necesidad de una observancia sin excusas ni omisiones de las más estrictas normas de la ética política, fue igualmente subrayada y asumida como un compromiso irrenunciable, siguiendo en ello sin vacilaciones la limpia trayectoria de las organizaciones sociales y políticas de los trabajadores y el pueblo chilenos.
Un mensaje de reafirmación y de esperanzas, para continuar allegando argumentos y recursos de masas a la anhelada apertura de esas “grandes alamedas” que en sus últimas palabras anticipara Salvador Allende.
Una mirada emocionada y de profunda gratitud a todos quienes aportaron desde las filas comunistas y, mucho más allá de ellas desde el ancho caudal del pueblo, a la defensa y promoción de los derechos de las amplias mayorías. Homenaje a los héroes, desprecio a los traidores. Reafirmación de una vigencia que simbolizó el presidente del Partido Comunista en ese ya legendario grito que más de una vez ha resonado en calles y plazas de Chile cada vez que en conjunto con el pueblo se han dado pasos en la reconquista de la democracia: “¡Y qué fue, y qué fue: aquí estamos otra vez!”

fuente : editorial de " el siglo"

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