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martes, 23 de febrero de 2016

LA TRAMPA QUE PREPARA LA UDI

La colectividad de derecha diseña una nueva ornamentación para presentar otro rostro y un perfil político menos duro. Incluye cambiarle el nombre a su partido. Además, aparecer “más liberal”.
 La Unión Demócrata Independiente (UDI), inició una operación destinada a enfrentar el descalabro electoral, político y moral que se le produjo en los últimos dos años con altos personeros y parlamentarios de la colectividad procesados por delitos financieros, tributarios y electorales.
El objetivo también es encarar un retroceso electoral y los efectos políticos de posiciones que pusieron a esa colectividad en un escalón de desaprobación ciudadana -expresado en encuestas y análisis diversos con una derecha a la baja-, sobre todo por su oposición a todas las reformas y la continuidad de posturas conservadoras ante temas sociales, de salud pública y derechos de minorías, y la defensa y no sanción a dirigentes procesados y sancionados por diversos delitos, como Jovino Novoa y Jaime Orpis, 
Un factor que preocupa a ese partido y que también forma parte de los objetivos a asumir, es la elección municipal donde, además del previsible descenso porcentual de votos sobre todo por los casos de corrupción, tiene una suerte de rebeldía de alcaldes y concejales sobre cómo encarar ese proceso.
Una idea central, que se desprende de entrevistas y declaraciones de varios dirigentes de la UDI, es realizar una ornamentación de la colectividad, presentándola diferente, más corrida al “centro político”, “más liberal”, “más cercana a la gente”, y dando cuenta “de las realidades nuevas del país”.
El tema es que aquello sigue chocando con posturas que mantiene la UDI en materia de democratización (se opuso al sistema electoral proporcional), derechos de la mujer (se opone a todo tipo de interrupción del embarazo), recuperación de derechos laborales (seguramente presentará reclamo ante el Tribunal Constitucional por reforma laboral), y finalmente su decisión de defender el actual modelo neoliberal y la institucionalidad autoritaria (no está de acuerdo en arribar a una nueva Constitución).
Ahora, Partido Popular
Un primer paso planeado por dirigentes de la organización de derecha, es cambiarle el nombre. Algunos piensan que se podría revivir la idea de bautizar a la colectividad como Partido Popular. Ello tendría base en la continuidad de un concepto, ya que hoy la agrupación usa como eslogan en su logo, “UDIPopular”,en la línea doctrinaria establecida por su fundador, el ideólogo de la dictadura, Jaime Guzmán.
Otro aspecto del aggiornamentoque busca la organización de derecha, es mostrarse más abierta y liberal en temas como derechos sexuales, tolerando por ejemplo, la realidad de parejas del mismo sexo. También la UDI insistiría, ya como colectividad y no sólo en la persona de algunos legisladores, en promover la gratuidad en educación, algo a lo que históricamente se opone. También se asumirían modificaciones en el funcionamiento interno, abriendo los espacios de participación, ampliando los criterios en elecciones internas y de directiva. Se dice que algunos militantes quisieran cambiar algunos aspectos de los principios doctrinarios.
Hernán Larraín, presidente de la UDI advirtió que “los discursos de los noventa no sirven para la realidad que estamos viviendo y hay que incorporar nuevos ejes en nuestra discusión”.
Un tema que dentro de la colectividad se quiere afianzar y poner como parte de un nuevo tiempo, es recuperar presencia y trabajo político en sectores poblacionales, en comunas populares y en regiones, sobre todo al sur del país. En eso gravita mucho que la directiva de la colectividad quiere mejorar los vínculos y coordinación con sus alcaldes y concejales.
Claro que ya hay miradas que apuntan a esclarecer las intenciones de la UDI. Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, declaró que “su pretendido cambio de cara o de careta no es otra cosa  que apelar a táctica de viejo cuño, que incluye formas de desestabilización del proceso de reformas”.
Concretar el plan el 18 y 19 de marzo
La operación de ornamentación es diseñada en estas semanas por parte de la directiva de la UDI, con participación de Larraín, además del joven dirigente, Guillermo Ramírez, que funge como secretario general, el dirigente histórico, Domingo Arteaga, el ex presidenciable, Joaquín Lavín, y los diputados Javier Macaya y Jaime Bellolio, junto a un equipo de comunicaciones, de militantes y funcionarios de la organización.
La idea es concretar el plan de cambios dentro del partido de derecha en su Consejo General que debe realizarse el 18 y 19 de marzo, con participación de representantes de todos los estamentos del partido, dirigentes de todas las regiones y parlamentarios.
El desafío no es menor, porque si bien se habla de posturas “modernizadoras” que podrían representar Hernán Larraín  y Jaime Bellolio, y de segmentos de la colectividad que la quieren menos rígida y más alejada, por ejemplo, de la figura de Augusto Pinochet, también sigue siendo fuerte el poder de Los Coroneles liderados por Jovino Novoa, Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma y de grupos abiertamente partidarios de la defensa de la dictadura y de los “logros del gobierno militar”, como Cristian Labbé y Evelyn Matthei.
La UDI sigue hablando de un “orden moral de la civilización occidental y cristiana” a la que “debe ajustarse la sociedad”, rechaza “los ideologismos excesivos”, prioriza por el Estado subsidiario y no garante de derechos sociales, estable como función primordial de la mujer “la maternidad, la crianza de sus hijos y el cuidado de la familia”, y sigue sosteniendo que la experiencia del Gobierno del Presidente Salvador Allende tuvo una “derivación totalitaria” que  “hizo ineludible el pronunciamiento militar de mil novecientos setenta y tres”, justificando el golpe de Estado liderado por Pinochet.
El presidente de la colectividad habló de que este plan apunta a “un proyecto político refundacional” y la gran duda es que si esa pretensión significará cambiar esas tesis ideológicas y políticas.
También habrá que esperar si cambiará la actitud partidaria respecto a sus dirigentes y parlamentarios procesados y condenados por diversidad de delitos.
fuente : el siglo

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